ODA
Mesiánica, vencedora de cristales, la noche regodea su sed de
ondas de concierto vencidas de sueño. (Los pasos que insinúa la
orquesta, no es clarín, son ritmos de mudanza el velo de tu cara
desteñida) y en círculos presiento el rito de mis pasos –corredor
de peldaño- arañando la nuca de la noche invadida. Hablemos de
jinetes de entrecortados pasos, su lento galopar insinúa el tacto
de la perdida esfinge portuaria. Su lento devaneo… -frío- recorre
las callejas y la voz del amigo –punto- sigue su onda y onda en
labios extinguidos. La Oda es brisa, copo, premura del ser en sus
vacíos. ¿Vacíos? Nevar, agujero en sordina, en relámpago, acusa
la vecina enseña de tus gestos. ¡La Oda quiso ser el pie de los
jinetes que antaño remontaron lo alígero del sueño!
(Fuente: Richeliú Richeliú , vía Reynaldo Jiménez)
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