domingo, 1 de septiembre de 2024

Diego Colomba (San Nicolás, Argentina, 1972)

 

Las cañas se cortan mejor durante la noche
 
 

En verano mortifican los aguijones del sol
pero los vientos frescos de la noche dan respiro.
En tu mente hace un tiempo ajeno sin embargo.
Es el minuto cegador del sueño. Afuera está el rocío.
La liebre orejuda corre por campos celestes. Parece
todo fábula que se diluye en las puertas del día.
El sueño de algo irremediable nos quita las lagañas.
Nuestras narinas recelosas ya olfatean la brisa.
 
***
 
 

Tirando piedras contra el muro
 
 

Mi ojo tapado pide más luz entre achicorias.
Mi ojo descubierto toca la fragilidad aparente
de lo vivo. Perdidamente me enamora la materia
declinante del mundo. Pero más devoto aun
de las cosas plenas desentierro algunas piedras.
Las arrojo una a una contra la linde atapialada.
Así pruebo la gravedad del mundo. Resonante
y misteriosa. La más dura consistencia.
 
***
 
 

Empujarte hacia las hojas de malva
 
 

En tu huerta mal podada te escondías detrás de los tomates.
Cerca del lugar donde las palomas construyeron sus nidos.
Recogí diez manzanas doradas. Mañana vendré por otras diez.
Si no llega la funesta lluvia de esas nubes suspendidas o el viento
a los árboles. Sentado bajo una rumorosa encina contemplás
cómo se bambolean en el fondo las hileras de frágiles cañas
mientras llega del nogal el bordoneo de un enjambre. Una culebra
se esconde en la yerba crecida. Flores y fresas rastreras dice
mi musa campesina. Teje el tiempo como una música.
 
 
En Carne sola
 
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