Yorgos Kentrotís nació en Molaoi, Laconia, en 1958. Es poeta, escritor y traductor. Realizó estudios universitarios en su país, Italia y Alemania. Actualmente, se desempeña como profesor de Teoría de la Traducción Literaria en la Universidad Jónica de Corfú. Su labor de traductor abarca el griego antiguo, el latín y varias lenguas europeas modernas. Publicó hasta el presente seis poemarios, dos novelas, ocho libros de ensayo y más de setenta trabajos de traducción. En los últimos días, tuvo la gentileza de enviarme por correo postal “Los límites del silencio” (2023), antología poética traducida al español por José Antonio Moreno Jurado y publicada en España por Padilla Libros Editores y Libreros. Con todo agradecimiento, comparto aquí dos poemas de muestra:
(César Cantoni)
TRADUCIENDO A BRECHT
TRADUCIENDO A BRECHT
. A la memoria de Franco Fortini
Mientras me traduces (me dijo Brecht en mi
sueño), veo que te pegas a mis palabras con
intransigencia. Si añades pensamientos-
palabras tuyas, añadirás valor al valor de mis
versos. Mira mi material como brújula e índice
y no con la norma de la ley o las consecuencias. Yo fui
. primero en el
desorden por doquier y siempre sacaba
sobrevalor de ideas de la dialéctica de la calle.
Por eso te digo: me gusta la traición del texto;
me muestra que en el fondo me has entendido.
¡Duda de mis escritos, dado que pones
a hablar mi lengua en la tuya!
Cuantos entienden de poética no ven daño en
ello. Tú sabes la mejor solución para mí.
Lo que yo digo lo coge quien me cuestione;
a nuestros semejantes les preocupa ser libres, no esclavos.
*
JOYAS VARIADAS
(Esquilo, Agamenón, vv. 914-930)
. Dedicado a Yiula Trigazi
Hija de Leda, te había dejado aquí para que
guardaras mi palacio. Oh Clitemnestra, volví
y siento –para convencerte
de que vencí– que debo, en lo que te opones
a mí, imitar a los bárbaros, anda y mira
a quien hablas: a mí. Te resolveré
de una vez las dudas y te pediré
que me mires como hombre y me clasifiques
entre la gran multitud de los mortales. Los
adornos, las joyas no añaden ni una i a la fama
de los hombres. Pero también los dioses te suben a su lado
si ven que los respetas y deseas mucho al
hombre que te desea mucho en los antros
de los placeres que persigues como la misma respiración.
(Fuente: César Cantoni)
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