dos poemas
Algún lugar donde nunca viajé, agradable poco más allá
desde la puerta color café, un par de pensamientos adentro
cómo iba a saber que llevabas el pin antisistema de d.r.i.
una puerta que no cierra tan bien, una ventana con vidrio roto
un lugar donde nunca viajé desde una experiencia efímera posible
cuya traducción es conocer el lugar que deduzco
por obra y gracia de esta mente colosal y magnética
es ornamentar la simetría y música de las palabras
debajo de la pista de baile y es sobrar, yendo y viendo
un par de gestos que ayudan a trasladar un significado
que ayudan a traslapar un significado
a ponerlo en otro lugar donde nunca viajé
un lugar tan esplendido, dicen, hacia los ojos
donde nunca viajé o que no pude distinguir con toda certeza
desde la puerta color café, una experiencia efímera posible
antes de proceder me pregunto por lo relevante
sin escribir lo que recuerdo sino lo que imagino
una forma de oír el sonido de mi propia voz
la que a veces me parece exhausta e hipócrita
con la realidad que ocurre en otras tablas
las tablas del teatro del mundo, yendo y destruyendo
de fijo ya se conocen los anuncios y las ovaciones
destinadas a las mejores entrañas de nuestras comunas
cuyas repentinas apariciones en la primera fila del noticiario
los amputaron de ojos para venderlos al paso
quiero ver si acaba la guerra de pacos y paisas
que está de pepas abiertas y trasnoche
un poco arengada por la fatalidad
al reconocer la voz exterior del óxido oxidado
otro poco pues lo irreconciliable devino fascista
pues la guerra se explica en las placas tectónicas moviéndose
pues la guerra tiene un rumbo, es un rumbo muy logrado
rumbo será, quizás, y nunca más para todos
algún lugar donde nunca viajé, esta es la experiencia efímera posible
que no es, sino lo mismo, con todo mal puesto con disfraz de epopeya
a continuación, las palabras se van a sentir como huyendo de la lengua
como si hubiera un hilo invisible y grueso, como si la condujese
piénsese, a la postre, que si hay una luz al final del túnel
es la luz del tren que se aproxima, y al que se pide un paso rápido
rápido antes que vuelva y duela cualquier nueva alameda
algún lugar donde nunca viajé, llevabas el pin antisistema de d.r.i.
se llamaba seminario, seminario el bar de la calle seminario
la chaqueta de bluyín con un parche de ingobernables sin dios
arremangada, los codos más que pelados, colorados
no se sabía que la piel llegaba hasta el tono carmesí vivo
aplicó las costras de sus diez dedos hasta remover la depresión
hasta que se borró entre sus párrafos, viniendo nebulosas
allá, en los miradores de un desfiladero con su nombre
renegando contra el frío, el hambre, el primer abandono
sí, un cáncer de escombros más o menos de memoria
se sabe que algunos hacen montaje de que ocurre esto
y todo lo demás, pongámosle todo, es un poema
¿un poema? un cubo rubik que existe para afirmar el amor
o tal vez una receta implicando su caída y conquista
un poema una articulación de la inteligencia contra el cuerpo
esto no es parte del sueño sino cómo interpretar la vida
cayendo por los bototos en situación de vertedero
por las licras negras brillantes, de genitales prominentes
en un poema no, en la vida, en una forma de caracol
qué no somos militantes de vida y muerte, qué somos una construcción
a medio terminar, en curso, en constante amase y preguntando
qué consumimos por los ojos que son el sitio donde confluyen las furias
esas ruinas dentro de los sueños donde estatuas decapitadas lloran
hasta ser rubíes esculpidos en las pérdidas de un país en llamas, el nuestro
y te untas las estaciones del discurso, lejos de los libros
cuántas calles del centro no están gaseadas
por pasar a estas horas ahí, llorar uno que otro poco
sentir cómo se te desfigura la cara impasible frente a las serpientes
si tuve que sorprenderme, no lo hice, ¿para qué? como animitas
y figuras calcinadas en una foto tenemos que decirnos así
magras pero esperanzas, de bruces, acciones en trance, en remojo
qué melancolía de la paz cuando se grita unidos jamás vencidos
no y no, escupir chileno y sin ir más lejos, comparecer
en las cavernas de consignas, qué silogismos antisistema, dale
¿la tristeza de hablar esperanto, dijiste?
esta noche los planetas cantan, cantan todos los planetas esta noche
lo que imagino no es decir poco pero tampoco es esto
todavía podemos dejar de ser estadísticas y cadáveres de datos
en un patio de comidas del mall que se instaló en tu barrio
comiendo esa carne que no es carne de tu carne ni de mi carne
carne que no es carne de mi esperanza ni carne de tu sueño
que es un verbo en gerundio, procesión de muerte y tortura
una capacidad de infierno, nos excitamos tanto el cemento rayando
te obsesionaste en un poema, contra el muro, desintegrándote de noche latinoamericana
con olor a balazo, con gusto a pesadilla y noble sueño, para que te preguntes
por qué tú, por qué, por qué saliste corriendo de ese problema, de esa habitación
domada por el clona y el vinagre, en la pieza más chica, nada en los bolsillos
la pintura de un paisaje tiñéndose color primario estilo espartaquiada kalinka
por lo menos brota la revolución, un hato en una pérgola de glóbulos rojos
la revolución como nunca antes nos tocó
como siempre escuchamos en los mismos coros y casetes
como nos decían la luli y el che
los más punk de nuestros quince con msn y fotolog día a día
confieso que
nunca viajé al anarquismo, pudo ser un agradable más allá pudo ser algún lugar
pudo ser
[11-XI-2019]
~
Y todos los barcos que nunca zarparon
¿y todos los barcos que nunca zarparon? –preguntas
llevas un mall en los bolsillos
insistes en la noche y en esos universos que no sucedieron
por las calles de Santiago, por los pasajes de mi barrio, por la humanidad
aquí y allá
/o digamos, aquí y ahora
los barcos que nunca fueron barcos
los árboles que nunca fueron árboles
los animales que acabaron sus vidas en un estómago humano
o que la palabra otro tiene que ver con ser uno mismo
con la desnudez o quizás con la imprecisión
ahora puedo decir que el amanecer es indefectible
no se puede evitar
si se está dentro de una estructura, reintentando el amor o expectante
frente al meado de los versos que dios provee, otra pastoral
otra iglesia cantando devociones al unísono
haciendo catequesis
o arrojando agua con apellido
son imposibles
si se está fuera de una estructura, el cielo no nos aguarda
OCURRE/
si preguntas qué necesita un barco para ser tal
deja que las palabras no nos cambien la noche sudaca
no te metas la mano al bolsillo que la ciudad nos arroja de un lado a otro
del taxi a la cuneta, jóvenes y pálidos
vamos tragando pasarelas y vomitando libros por el corazón, la poesía
está fuera del papel que no hemos abandonado aún
el zarpe o la escena donde todo queda decidido e ineditable
una calle en el centro de la ciudad, ardiendo de barricada, amputándose
de ojos, desmayándose por el horror al vacío
fatalidad, de millones en un laberinto, de vivir y morir, decolorándose
carcomiendo a los automovilistas que nos ven deambular, de la mano,
abrazados, como imaginándonos el próximo sol
bajo el que nos derretiremos disparándonos como flechas al vacío
nos apegamos a la desesperación, reventándonos el periférico, drogándonos
nos apegamos a las estaciones donde rugen los barcos que nunca zarparon
porque ya es demasiado tarde para el lenguaje
la emoción es un trago que se sirve frío al atardecer
y un vomito que emerge por los intestinos al son de galaxias y cuerpos celestes
mis poemas son barcos que nunca zarparon, se encendieron para iluminar;
son presentaciones para nombrar ahora lo que no es de nadie
lo que cae, lo sublime del veneno, de las orillas que asfixian
mientras el filo de las sabanas que nos viste
se traduce en una obsesión, en una cardiopatía, en números telefónicos
esperando ser grabados
o esperando ser mensajeados en medio de la depresión
preguntándose cómo será la próxima respuesta de las constelaciones
a tus labios pequeños fabricados con nácar y lapislázuli la vida se dirá
esta vida
y yo ya no sé qué decirles a esos barcos que no zarparon y que no zarparán
son gestos que se destruyen
son palabras que arman
sueños resignados a grabarse entre los bordes de una página u otra
publicados por una editorial independiente
donde la existencia, como la tuya y la mía fluirá por las gotas de lluvia
aplanadas por la locura y el canto del agua, se amordazará
y será apresada en una jaula de papel
esta noche es el fin de la literatura y su inicio en la vida
porque la confesión en los libros es una vía de pertenencia
como encontrar alguna similitud inocente entre atardeceres
o las runas mostrando contraseñas en un idioma que murió con su creador
los barcos que nunca zarparon permanecen en el infierno de esta noche:
nunca natos, nunca muertos y, sin embargo, son, un prójimo lejano, escrito
ipso facto; pensado en la urgencia de lo inmarcesible y de rostro desencajado
al poco leer
o tal vez, animitas de personas amadas cuyas biografías se ignoran
hasta sus muertes o es que queda patente la memoria cuando hay detalle
ahora el testimonio vuela, a la deriva se estrella contra un final prematuro
y como ceniza desprendiéndose de un cenicero, de una concha de loco
esta noche viaja por el lenguaje perdiéndose esta noche
mi mente trae de regreso a todos esos barcos y los deja zarpar para siempre
Revista Levadura
(Fuente: La comparecencia infinita)
No hay comentarios:
Publicar un comentario