LAMENTO DE LA ESPIGA DE LA TARDE
Rubio color de la espiga,
no te mueras por la tarde,
que el hombre mira sin ojos
y sin voz llora penares,
por la tarde...
Rubio color de la espiga,
bajo la nieve del aire
no te mueras, no te mueras,
ni vuelvas color de sangre,
por la tarde...
El arado de la muerte
ara con rejas chirriantes.
Los campos quedan en llamas
derruidas las ciudades,
por la tarde...
Con lúgubre sonsonete
canta el labriego salvaje,
cegando luz de horizontes,
sus cantares, sus cantares,
por la tarde...
Todos los hombres se han muerto.
A lo largo de una calle
un rubio niño en harapos
duerme abrazado a un cadáver,
por la tarde...
Y el viento agita la espiga,
y el agua lava la sangre;
un viento loco de angustias,
un agua de soledades,
por la tarde...
...Todos los hombres se han muerto
por la tarde...
Cuando se despierte el niño,
cuando la espiga madure,
por la tarde...
el viento se habrá dormido
y el agua, en las soledades...,
y en el silencio, silencio,
del día que no se acabe,
granará la roja espiga
de la tarde...
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en "Poemas (1942-1947)", Miguel A. Fernández, ed., El Lector, Asunción, 1995.
(Fuente: Jonio González)
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