Sonetos a Grete Gulbransson
I
No como uno nuevo: solo uno más,
que detrás de filas de libros se vuelve a encontrar,
pone este libro en sus manos
y niega persistente
su escondida suerte. Oh libros, objetos,
de un mundo invisible y deseado,
exitosamente formado y repentinamente establecido
en cuestión de días: los muros se aligeran.
Si la vida es vida, no se suspende en ningún momento,
¿cómo es que sin embargo se necesitan
en una casa plena, efectiva y valiente?
Vista, oído, tacto: no bastan
para alcanzar más el Ser: pero habla entonces
la fuerte voz de arbustos en llamas.
II
Voz en el zarzal. Ese al que requiere,
se quita los zapatos y se inclina y pega
el manto entero sobre su cara y dice
tras su manto: Señor, estoy dispuesto.
También quien no entienda el llamado
está dispuesto. En el orden actualmente imposible
de gracia completa, se abrirá
un camino estrecho hacia él.
María pasó, los niños pasaron
tras la llamada, y las niñas fueron silenciosamente
a lo desconocido, tras la puerta de la cámara.
El héroe conquista a su manera,
pero los otros solamente siguen y van felices
como si anduvieran entre los aires, entre las rocas.
III
El héroe es uno. En los héroes hay violencia.
Él inclina al mundo: el tiempo lo derroca en respuesta.
(De piedra roja con minerales
Y lluvia tormentosa reunida
le ha cerrado el puño el Señor.)
Ahí está él, ampliamente visible, y cambia
destinos alrededor de un nuevo centro;
y se interpone entre los enfrentados
furiosamente enojado. Y cuando él ama:
¿dónde está un corazón, que él no supere?
Así aumenta de manera imparable. Por último
lo lanza su impulso a las imágenes irrumpidas.
Que, dadas sus dimensiones, da paso
a su quietud dando vueltas en círculo.
IV
Además del héroe hay todavía uno: el círculo:
Una corriente se despliega y desangra.
Las despedidas se doblan como varillas verdes.
¿Dónde hay uno, que no sepa del otro?
Como parte y contraparte, se incitan sutilmente,
la misma estructura mantiene sus pilares rígidos
y, siempre consciente de todo, se deja llevar
en las volutas oscilantes.
Puede ser, nosotros acoplados al orden, nosotros no nos fuimos
lo radiante tan cerca del miedo
(descubrimos, quiénes somos, en la caída).
Pero las mujeres, que de fuerza carecen,
son las más audaces -, mira: lentamente los sujetan
y nos lo ofrecen a través de su rostro eficaz.
V
El amante nunca los podrá abarcar
con la mirada, seres ilimitados;
pues quien puede leer un rostro,
su mirada reluciente se desvanecerá.
El poeta espera, de una u otra forma
simbólicamente atraparlos, con cuidado,
sigue sus huellas de círculo en círculo
y se detiene en los cielos, asustado.
Al final, está él junto a ustedes,
y de repente, como en dulce tristeza,
de un camino hacia un jardín, no se puede separar.
La lagartija se ha escapado velozmente,
mientras él pone, casi solemnemente,
las manos vacías sobre el caliente muro de la montaña de los viñedos.
Por amor a ti quiero hoy tocar las rosas
Por amor a ti quiero hoy tocar las rosas,
tocar rosas por amor a ti,
por amor a ti quiero hoy tocar las rosas, que en mucho mucho tiempo
no habían tocado, rosas.
Todos los cuencos están llenos; se encuentran
dentro de sí mismos, cada cien veces,
como valles llenos de valles se encuentran
en sí mismos y predominan.
Tan indescriptible como la noche
predominan los ofrendados,
como estrellas sobre guijarros
se precipitan con esplendor.
Noche de rosas, noche de rosas.
Noche de rosas, noche de muchas muchas
rosas brillantes, noche brillante de rosas.
Sueño de mil párpados de rosas:
brillante sueño de rosas, soy tu soñador.
Brillante soñador de tus aromas;
Profundo soñador de tu fría intimidad.
Como me entrego a ti desvaneciente
tienes ahora que impugnar mi ser.
Sé mi destino resuelto
en la calma incomprensible
y la necesidad, de abrirse,
que nunca se detiene.
Espacio de rosas, nacidas en las rosas,
secretamente criado en las rosas,
y concedido de rosas abiertas
grandes como el espacio del corazón: que también podemos sentir fuera
en el espacio de las rosas
Traducción: Nina Solórzano
(Fuente: Lamula.pe)
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