UN NOCHE CON GIORGIO DE CHIRICO, CÉSAR MORO Y VALERIO MAGRELLI. Leo un notable poema del italiano GIORGIO de CHIRICO (1888-1978), fundador del futurismo y de la llamada escuela metafísica. Me refiero al poema “La nuit” (La noche), escrito originalmente en francés y que, en la revista mexicana “Blanco móvil”, Juan Manuel Roca cita en traducción debida al surrealista peruano César Moro, si bien no figura su nombre. Lo interesante para mí es que dicho poema es aún más extenso de lo que aparece, pues Valerio Magrelli lo descubre y lo traduce en su totalidad en italiano. Dado que yo no pude encontrar ese texto, me he permitido traducir al español los dieciséis primeros versos en francés (los que, a su modo, había traducido Moro), y los versos restantes del poema previamente volcados al italiano del destacado poeta romano Magrelli. ¡Que estos ímprobos afanes sean para mayor gloria de la poesía y del arte, en general! (RSB)
UNA NOCHE
La última noche el viento soplaba tan fuerte que yo creía
iba a derribar las rocas de cartón.
En tiempos de tinieblas las luces eléctricas
Ardían como corazones.
En el tercer sueño me desperté cerca de un lago
Adonde llegaban a morir las aguas de dos ríos.
A la mesa leían las mujeres leían
Y el monje callaba en la sombra.
Lentamente pasé el puente y en el fondo del agua oscura
Vi pasar lentamente grandes peces negros.
De pronto me hallaba en una ciudad grande y cuadrada.
Todas las ventanas estaban cerradas, todo era silencio,
Todo meditación.
Y el monje pasó aún a mi lado. Por los agujeros
de sus cilicios podridos
Vi la belleza de su cuerpo pálido y blanco como una estatua del amor.
Al despertar, la dicha aún dormía a mi lado.
Desde mi ventana veo el patio húmedo,
Los cadáveres de mis ilusiones.
Sensibilidad de alcachofas de hierro. – La noche la locomotora silbaba
El trabajador no dormía
Tenía las manos congeladas. – La luz lo cegaba
Tenía el corazón ardiente.
Amor perdido. Mujer amada. – Cuántos pasos frente a mi puerta en el cuarto
de al lado charlaban.
Y los dos hombres de la mirada tan dulce se alejaban
estaban de la mano
y se miraban a los ojos.
He luchado mucho. He querido forjarme un corazón sólido.
Y en la nave cada uno tenía su propia cabina.
Ah, mi corazón se derrite, se derrite, siempre.
Después las horas transcurrían tan dulces e iguales.
Cuánto tiempo aún deberá pasar… El Reloj de la torre insensata.
Yo iba lentamente; ahora me vuelvo veloz
Que apenas puedo entrever la felicidad.
Buscaba palabras del amor.
Y he llorado toda la noche
en mi almohada ardiente.
(Trad. del francés -los dieciséis primeros versos- y el resto del francés, en versión de Valerio Magrelli- de RSB)
UNE NUIT
La nuit dernière le vent sifflait si fort que je croyais
qu’il allait abattre les rochers en carton.
Tout le temps des ténèbres les lumières électriques
Ardaient comme des coeurs
Dans le troisième sommeil je me réveillai près d’un lac
Où venaient mourir les eaux de deux fleuves. Autour de la table les femmes lisaient.
Et le moine se taisait dans l’ombre.
Lentement j’ai passé le pont et au fond de l’eau obscure
Je vis passer lentement de grands poissons noirs.
Tout à coup je me trouvai dans une ville grande et carrée.
Toutes les fenêtres étaient closes, partout c’était silence
Partout c’était méditation
Et le moine passa encore à côté de moi. A travers les trous de son cilice pourri
je vis la beauté de son corps pâle et blanc comme une statue de l’amour.
Au réveil le bonheur dormait encore près de moi.
UNA NOTTE
La notte scorsa il vento fischiava così forte
Che credevo finisse per abbattere le rocce di cartone.
Per tutto il tempo delle tenebre le luci elettriche
Ardevano come cuori.
Nel terzo sonno mi risvegliai vicino a un lago
In cui venivano a morire le acque di due fiumi.
Attorno alla tavola le donne leggevano. E il monaco
Taceva nell’ombra.
Ho passato lentamente il ponte e in fondo all’acqua oscura
vidi passare lentamente grandi pesci neri.
Di colpo mi trovai in una città grande
e quadrata.
Tutte le finestre erano chiuse, ovunque era silenzio
ovunque meditazione
E il monaco passò ancora accanto a me. Attraverso
i buchi del suo cilicio marcio vidi
la bellezza del suo corpo pallido e bianco
come una statua dell’amore.
Al risveglio la felicità dormiva ancora
accanto a me.
Dalla mia finestra guardo nel cortile umido
I cadaveri delle mie illusioni.
Sensibilità di carciofi di ferro. – La notte la locomotiva fischiava
Il lavoratore non dormiva.
Aveva le mani ghiacciate. – La luce lo accecava
aveva il cuore Ardente.
Amore perduto. Donna amata. – Quanti passi davanti alla mia porta nella camera accanto chiacchierano.
E i due uomini dallo sguardo così dolce si sono allontanati
Si tenevano per mano
e si guardavano negli occhi.
Ho lottato molto. Ho voluto forgiarmi un cuore solido.
E nel grande vascello ognuno aveva la propria cabina.
Ahimè il mio cuore si scioglie, si scioglie, sempre
Poi le ore scorrevano così dolci ed uguali
Quanto tempo ancora dovrà passare... L’Orologio sulla torre insensata.
Andavo lentamente; adesso torno così veloce.
Che posso appena intravedere la felicità.
Cercavo parole dell’amore.
Ed ho pianto a lungo nella notte
sul mio cuscino ardente.
(Trad. del francés de Valerio Magrelli)
(Fuente: Renato Sandoval Bacigalupo, vía León Félix Batista)
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