martes, 8 de marzo de 2022

Florencia Lobo (Tucumán, Argentina, 1984 - Vive en Tierra del Fuego)

 

Perros del invierno

 

Llegan noticias de mi ciudad.
Enloquecieron los perros
como enloquecen los vientos
o las flores que nadie mira.

Perros que quizá
una vez fueron Toby
o Negro o Lola
reunidos en las calles
mordiendo el aire
sus sombras
los cuerpos que atraviesan
el reino transparente del invierno.

En geografías lejanas
los hechos extraños duplican
la extrañeza.

¿Se acordará la gente?
¿Se acordará?

Hablo de un verbo en desuso:

acordarse es irse del olvido
y también despertar,
ponerse cuerdo.

 

 

Archipiélago

 

Se entra en la palabra archipiélago
buscando islas

pero dice la etimología
que lo único hallable ahí
es el mar

no un tejido de orillas
un islario bordado
por la espuma y el tiempo

solo el mar, el mar inmenso,
el archimar

por lo demás, nada sorprende:
toda palabra es por fuera un borde
y en el fondo agua
siempre removida.

 

 

Piedra en bahía Ushuaia

 

Nadie sabe desde cuándo está ahí,
qué siglos vio pasar, cuántos otoños,
qué confabulaciones, qué desastres.

Pudo haber presentido un pensamiento amargo
en aquella que llamaron Fuegia Basquet
o entrevisto una tarde sobre el cielo plomo
a Plüschow en éxtasis volando el canal
como un albatros obsceno entre los pájaros.

¿Apoyó el preso Simón su mano en ella
buscando algo parecido al desahogo?

¿Lloró sepulta bajo nieve
en el largo invierno del 95?

¿Hace apuestas sobre el apocalipsis
con el corazón podrido del Saint Christopher?

¿Canta canciones de cuna para dormir las olas?

Cuanto más pregunto
más me alejo.

Abrir el horizonte,
clavar ahí el remo de la duda
es sembrar el misterio.

Pero ella sigue,
cuerpo de la historia,
firme en la intemperie.

 

 

Bandada

 

Rápida, con rumbo al norte
cruza el canal una
bandada de cauquenes.

No se tocan entre sí,
no se separan,
nada altera
el mecanismo del conjunto.

Son una arquitectura
trasladada en el tiempo,
una corriente exacta.

Un punto en el horizonte
que crece y decrece
según las estaciones.

Así,
como mi corazón
mordido por la niebla.

 

 

Escarabajo

 

Brujo encerrado
caminante de la tarde
sobre la rama de lenga,

¿adónde trasladás
tu soledad?

Caballito sinuoso
dador de magias

los espejos de lluvia
de tus ojos,
¿a quién buscan?

 

 

Picoroco

 

Ranura del agua
donde un hueso de sal
clava su raíz
para expandir la piedra

así es como el mar
entra en la piedra
para salir del mar

del modo en que el hombre
entra en un viaje
o en un sueño
para salir del hombre.

 

 

(Fuente: El Rompehielos)

 

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