domingo, 25 de agosto de 2024

Ohuanta Salazar (Tucumán, 1975)

 

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TETA

 

I
Mi hermano era bebé y pedía
teta cada tres horas pero
a mamá y a papá
se los habían llevado en un camión
y cada vez que él lloraba, mi abuela Porota
le cantaba “arrorró changuito,
mamá vuelve en un ratito, mamá vuelve en un ratito”.
Mi hermano Seba se dormía
con canciones inventadas
y agua de mazamorra.
 
 
II
Mamá debajo de la capucha no entendía
dónde estaba y tampoco sabía
responder preguntas a golpes
pero pudo contar el tiempo con la leche
que le brotaba del pecho cada tres horas.
Cuando hubo silencio escuchó coyuyos
y no entendía si soñaba o era cierto,
raros coyuyos en otoño que cantaban
en una noche estrellada y mi hermanito
acunado en ese canto mientras la luna
hermosa y redonda daba la teta.
 
 
III
Los tiraron en la ruta,
les sacaron las capuchas
pero la noche cerrada los dejó
igual de ciegos, ni luna ni estrellas
esparaban su regreso.
La oscuridad no terminaba nunca,
caminaron cansados, adivinando
cañaverales cerca o cerros a lo lejos
y por fin vieron lucecitas, dos faros
del primer ómnibus del día aún
sin pasajeros. Mis papás corrieron
esperanzados y el chofer se apuró a arrancar
porque esa zona era sospechosa
pero reconoció a mi mamá y los alzó
sin preguntar nada ni cobrar boleto,
quizá recordó a mi abuela Porota
guiando su mano de niño, enseñándole
sus primeras letras y llevando
la Sabín Oral en sulky hasta su rancho
donde no llegaba ningún médico.
 
 
(Fuente: Daniel Rafalovich - Meta Poesía)

 

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