Veintiún poemas de amor, XX
Esa charla que siempre estábamos a punto de tener, sigue en mi mente. De noche el Hudson tiembla a la luz de New Jersey. Contaminada y todo, el agua a veces incluso llega a reflejar la luna, y yo distingo a una mujer que amé que se ahoga en secretos, una herida de miedo le cruza la garganta y la asfixia como si fuera pelo. Y esta es la mujer con quien trataba de hablar, cuya cabeza herida y expresiva que aparta la mirada a causa del dolor se hunde cada vez más, hasta que ya no me oye, y pronto voy a saber que estaba hablando con mi propia alma.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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