dos poemas
Las palabras pesan.
Un texto nunca dice el dolor de las pequeñas cosas,
De la vida cotidiana atrincherada entre compromisos,
De las tramas afectivas, del exilio anunciado
En el andar inquieto de las mujeres.
De rostro en rostro, la escritura del amor
pedía el recuerdo de palabras encantadas
y, como si hubiera un lenguaje
para atravesar el tiempo, se encendieron
constelaciones sonoras a lo largo de los días.
Pero yo, que no me ajusto a los calendarios
ni creo en vocales prometidas,
me puse en marcha, con los puños febriles,
sosteniendo en mis brazos
un futuro marginal a toda lógica.
La posesión de la noche, donde quiero la luna en todas sus fases,
me lleva a describir mis miedos en una bola de rimas imperfectas.
La ciudad tiene palomas que me persiguen sin que me dé cuenta.
Tengo un acueducto modelado en los ojos
y un diluvio rojo en mi pecho.
~
Camino por las calles de esta ciudad incierta.
Dejo que mi mirada
se ajuste a la mirada de los demás.
Entre calles y rostros hay fragmentos de soledad
que revelan la trágica expresión de la vida.
Todos conocen la oralidad del mutismo,
la vigilia de la revuelta, la contraseña del desdén,
la extrañeza de los golpes que inmolan los sueños.
Yo, con el habla pegada a la lengua,
sólo me permito
la áspera escritura del silencio.
Versiones de Nicolás López-Pérez
/
As palavras pesam.
Um texto nunca diz a dor das pequenas coisas,
Do quotidiano entrincheirado entre compromissos,
Das tramas afectivas, do exílio anunciado
No andar inquieto das mulheres.
De rosto em rosto, a caligrafia do amor
implorou a memória das palavras encantadas
e, como se houvesse uma linguagem
de atravessar o tempo, acenderam,
sobre os dias, constelações sonoras.
Mas eu, que não adiro aos calendários
nem acredito em vogais prometidas,
eu parti, de punhos febris,
enlaçando nos braços
um futuro marginal, a qualquer lógica.
A posse da noite, onde me quero lua em todas as fases,
leva-me a glosar os medos num novelo de rimas imperfeitas.
A cidade tem pombas que me perseguem sem eu dar por isso.
Tenho um aqueduto modelado nos olhos
e um dilúvio vermelho no desenho do peito.
~
Ando pelas ruas desta incerta cidade.
Deixo que o meu olhar
se ajuste ao olhar dos outros.
Entre ruas e rostos há fragmentos de solidão
que denunciam a trágica expressão da vida.
Todos conhecem a oralidade da mudez,
a vigília da revolta, a senha do desdém,
a estranheza de golpes imolando os sonhos.
Eu, com uma fala colada na língua,
somente me consinto
a áspera caligrafia do silêncio.
(Fuente: La comparecencia infinita)
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