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Detrás de nosotros, palomas blancas y negras
sobre los galpones abandonados
que antes conservaban intactos camiones de acero.
Conmigo el electricista que instala en el fondo del patio
un farol restaurado para darle seguridad a mi familia.
Me dice: «Hay que pintar el techo, las paredes,
sacar el barro que se junta y que te agrieta la casa».
Yo pienso que sí, que ya lo voy a hacer,
mientras me acomodo el gorro polar sobre la cabeza.
Cuando termine y se vaya, prenderé un cigarrillo
y esperaré la noche. Más tarde, sentiré
el arrullo de las palomas
y sabré finalmente cuánta pena valió
haber dado luz sobre el desastre.
de "Todo lo que se hunde" - Editorial Vilnius (2018)
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