Palabras de despedida para César Calvo
César Calvo ha tenido
la concha de morirse
de muerte natural
cuando todos esperaban
que muera del balazo
de pócima amazónica
de choque ferroviario en Bucarest
en una barricada de Managua
de heridas que la vida
asesta a los poetas
(como para probarlos)
de un hueso en la garganta
algo en fin que convenga mejor
a su vida excesiva
desordenada, desprejuiciada, desesperada
pero no.
César se ha ido
por la puerta grande
como corresponde a los poetas
pararrayos de Dios
al ancho cielo se ha ido
a la diestra de Dios Padre
está sentado
(según algunos más bien a la siniestra)
y nos observa con su mirada fija
incandescente
su sonrisa burlona:
esto no se lo esperaban
ni de lejos.
Y otros dicen que no se ha ido
o que se fue y volvió
que está yendo y viniendo
cual Pedro por su casa
del reino de las ánimas
como si fuera un barquero
en lugar de un poeta.
Cuando muere un poeta
programado inmortal
no queremos creerlo
pero si hasta los poetas mueren
en este mezquino país
qué podemos esperar
de los políticos.
Descansa en paz querido flaco
que ha terminado tu desasosiego
la espantosa tortura de tu oído
tu sordera veraz y selectiva
tu dolor
de adolescente herido
en medio de su vuelo
ha cesado tu búsqueda crispada
tu risa a borbotones
como un geiser caliente
en las calles de Lima.
Pero tus versos
Musicales, tiernos y desgarrados quedan
vibrantes
vengativos
enigmáticos quedan
deseosos perfumados quedan
como látigos espadas enterradas quedan
como ríos cerúleos tormentosos quedan
tus poemas
hermano.
(Fuente: Pájaro de Papel)
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