jueves, 29 de agosto de 2024

Laura Wittner (Buenos Aires, 1967)

 

17.
 

Están volviendo
todas las historias infantiles;
todo está siendo sometido a juicio,
ya nada es pintoresco, material para poesía.
Los padres son los imputados
y parecen culpables;
nosotros ya empezamos
a parecer culpables.
 
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EPIGRAMA

 
 
Dijiste algo y entendí mal.
Los dos reímos:
yo de lo que entendí,
vos de que yo festejara
semejante cosa que habías dicho.
Como en la infancia,
fuimos felices por error.
 
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JET LAG

 
¿Viste las papas rojas
que compramos juntos?
Recién hoy las guiso.
Y vos en otro continente.
 
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MIS PADRES BAILAN JAZZ EN EL CAFE ORIÓN
 

No es que leamos mal los signos.
Es que las cosas no son signos.
Andan solas, tan sueltas
que pueden deshacerse.
No bailar la última pieza
sino la anteúltima
y la última escucharla
llevando el ritmo con los dedos
en la mesa de vidrio
no es falso amor.
Erramos si alguna vez
creímos en esto.
 
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TE DIRÉ DE QUÉ ESTÁBAMOS HABLANDO

 

 
me preguntaba
cómo podíamos mantener
una conversación tan tonta
toda la noche narrando
las proezas de la adolescencia
pero hoy al leer esta reseña
sobre una novela de Ridgway
de pronto lo comprento
te diré
de qué estábamos hablando:
del amor en habitaciones
tomadas por asalto
del amor cálido y seguro
todavía lejos
de la primera descarga de tristeza.
 
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POR QUE LAS MUJERES NOS QUEMAMOS CON EL HORNO

 
 
La marquita roja la tenemos todas.
Acá en la mano izquierda, con la que escribo
está también mi quemadura de horno.
Si la miro muy fijo, sobre el radio
se me despliega en tres:
se me tridimensiona la muñeca
y entrecerrando los ojos pueden verse
la muñeca de mi madre, la de mi abuela
y, en un tirón hacia delante, la de mi hija
picada de mosquitos, pulida y ya dispuesta
a la marca de la rejilla ardiente.
 
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EL ORIGEN

 
 
Ese vocabulario acuático pero a la vez reseco
que incluye dique, embalse, olor a yerba,
dos nenas hermanas que miran
el abismo desde una pasarela,
el embudo de cemento a escala inaccesible
de una represa mientras intentan atajar
todo lo que se va, lo que se viene
para más tarde, en la bañera y en cuclillas
ver el chorro que cae
sobre el molino de juguete:
plástico que gira a la velocidad
de los diez o doce años de una infancia.
 
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QUEDÓ GRIS

 
 
La estufa en piloto, un cable sacudido por el viento.
Dormís, voy por la página noventa.
Ropa nueva, futuro, iris blancos en agua,
y un cielo que no piensa despejarse.
Así empieza un otoño;
así me gustaría que empezara.
 
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Fuente: Zenda Libros  
 
 
(Fuente: Oscar Vicente Conde)

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