lunes, 9 de noviembre de 2020

Juan Larrea (España)

 

 

Un color, le llamaban Juan

 

 
Bendigamos el confort de las hormigas regulares
Y la noche aún más triste que el papel secante
Después de la muerte de las palabras
Ahora que el silencio se hace dulcemente festín de pájaro
Entre los trigos capricho de una cárcel florida
Todos los arroyos interiores hemos acudido
A aliviar este molino de individuo
Único convidado que nos resta
De aquel que ha partido hacia el invierno sin pretexto
Sobre un dolor de pradera antigua
Las hormigas arrastran nuestras lágrimas de este a oeste
Se fue por transparencia como las vagas promesas
De una ribera más bien banal
Hacía calor de héroe y el tiempo estaba pálido
Con una nada de delicadeza y el insomnio de las lluvias
Que atrae a seda el reflejo de las catedrales
Agujereemos la esponja de nuestras súplicas
Para borrar el juramento de luna tejido de gusanos
Donde sus ojos sostienen la esperanza de las corrientes de aire
Porque él nos dejó su tristeza
Sentada al borde del cielo como un ángel obeso
 
 
 
(Fuente: Hugo Toscadaray)

 

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