jueves, 12 de noviembre de 2020

Sara Uribe (Querétaro, México, 1978)

 

 

Y regresaremos con usted en un momento

 

Para Xitlalitl Rodríguez Mendoza

 

 

Es el teléfono lo que suena a todas horas. Son voces automatizadas

las que te ordenan que marques un número para luego tener que marcar otro número

para luego escuchar la música de espera, para luego marcar otro número, para luego

marcar otro número y que la grabación siga llevándote hacia una suerte de trance

como cuando estás sentado frente a tu terapeuta. Haga una inhalación

profunda por la nariz. Muy bien, sostenga el aire en sus pulmones.

Ahora exhale, deje salir el aire por la boca. Sea consciente de cómo con cada respiración

usted se va sintiendo más sereno y descansado. Usted puede sentir cómo su cuerpo

se va volviendo cada vez más pesado. Usted puede sentir cómo

su cuerpo cae, cada vez más y más pesado: abandonado. Entonces, cuando finalmente

después del laberinto de opciones numéricas y musiquitas para hacerte

compañía y que no sientas cómo es que el tiempo pasa, sólo entonces

una voz, que definitivamente no es humana, te dice: gracias por esperar,

te atiende __________ (ruido blanco), ¿cómo estás el día de hoy?

y tú quieres decirle que estás hasta la madre de tantas y tantas cosas

que cómo puede hacerte esa pregunta justo hoy

justo en este país

pero en lugar de eso

 

abres un libro de Charles Simic

y comienzas

a leerle en voz alta:

 


Use el cojín del asiento.

 

 

Recorrer una ciudad para amarla.

Tal vez de eso podría tratarse todo.

Lo digo porque tu cuerpo es una ciudad.

Lo digo porque tu yo no físico es también una ciudad.

Lo digo porque los sueños a veces son ciudades

y uno sale del sueño como quien sale de una conversación

o de un cuerpo

y no puede volver a casa

porque la casa es entonces el sueño

y la ciudad un cuerpo.

Lo digo porque a veces tus palabras

andenes / plazas / puentes

hoteles donde pasamos la noche y despertamos

en otras ciudades

en otros cuerpos.

Lo digo porque somos estos cuerpos

que son esos otros que somos.

Lo digo porque a veces

toda ciudad y todo sueño.

Lo digo porque quiero recorrer todos los sitios

donde alguna vez

alguien cruzó una calle o miró un semáforo

y se detuvo un instante.

Lo digo porque quiero trazar algunos mapas

y decir: en esta esquina, a la derecha

y saber que ahí está algo del presente

que construimos.

Lo digo porque tengo recuerdos

que son sueños y ciudades

y fotografías de cosas que nunca ocurrieron

pero sí. Como si el futuro fuera una ciudad

invisible que invocamos al tocarnos.

Lo digo como si el futuro fuera una ciudad

que se recorre si proferimos las palabras indicadas.

Tal vez de eso podría tratarse todo.

Invocar sueños o ciudades

para amarlas en futuros invisibles.

Para deletrearlas como quien avanza por calles

y avenidas.

Como quien frente al tráfico hace un alto

y decide tomar una ruta alterna.

Y la ruta alterna es un siempre recorrer más.

 

 

 

(Fuente: La Parada poética)



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