Discurso del Capibaribe
Aquel río
está en la memoria
como un perro vivo
dentro de un bolsillo.
Como un perro vivo
bajo las sábanas,
bajo la camisa,
bajo la piel.
Un perro, porque vive
es agudo.
Lo que vive
no se embota.
Lo que vive hiere.
El hombre, porque vive,
choca con lo que vive.
Vivir
es ir por entre lo que vive.
El que vive
incomoda de vida
el silencio, el sueño, el cuerpo
que soñó con cortarse
trajes de nubes.
Lo que vive choca,
tiene dientes, aristas, es espeso.
Lo que vive es espeso
como un perro, un hombre,
como aquel río.
Como todo lo real
es espeso.
Aquel río
es espeso y real.
Como una manzana
es espesa.
Como un cachorro
es más espeso que una manzana.
Como es más espesa
la sangre del cachorro
que el cachorro mismo.
Como es más espeso
un hombre
que la sangre de un cachorro.
Como es más espesa
la sangre de un hombre
que el sueño de un hombre.
Espesa
como una manzana es espesa.
Como una manzana
es mucho más espesa
si se la come un hombre
que si un hombre la ve.
Como es aún mucho más espesa
si no la puede comer
el hambre que la ve.
Aquel río
es espeso
como lo real más espeso.
Espeso
por su paisaje espeso,
donde el hambre
extiende sus batallones de secretas
e íntimas hormigas.
Es espeso
por su fábula espesa;
por el fluir
de sus jaleas de tierra;
al parir
sus negras islas de tierra.
Porque es mucho más espesa
la vida que se desdobla
en más vida,
como una fruta
es más espesa
que una flor;
es más espesa
que su árbol,
etc.,etc.
(Fuente: Hugo Toscadaray)
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