SOLEDAD
Yo no sé donde fue a morir
mi acento:
tembló un instante y se perdió
en el viento...
Y pasó por tu espíritu, lo mismo
que una estrella sin luz
por el abismo.
Yo no sé donde fué a expirar
tu acento:
flotó como un perfume sobre
el viento,
llegó como una música a mi oído....
¡ Pero mi corazón siguió dormido!...
¿Para que hablar?... Sigamos
el camino,
¡ mudos hasta morir!...
¡Es el destino!
Ayer te vi llorar...
Por tu mejilla bruna,
las lágrimas caían en gotas,
una a una....
El cielo estaba claro, la tarde
era tranquila,
y era como si fuera de noche
en tu pupila.-
Y yo no sabré nunca de tu pena!
Tal vez era tu espíritu como una ánfora plena,
tal vez te dió la muerte su beso
largo y frío,
o te envolvió en sus alas viscosas
el hastío.
Tu frente está sellada, cerrada
como un huerto,
Mi grito es el estéril clamor
en el desierto.
Las almas están lejos, perdidas
y calladas,
Estamos solos...¡ Solos!...
Jamás sabremos nada !
CANSANCIO
Quien pudiera dormirse,
como se duerme un niño;
sonreirle al ensueño del goce
y el dolor,
y soñar con amigos y soñar
el cariño, y hundirse,
poco a poco,
en un sueño mayor.
Y cruzar por la vida
sonambulescamente,
los ojos muy abiertos sobre
un mundo interior,
con los labios sellados,
mudos eternamente,
atento sólo al ritmo
del propio corazón...
Y pasar por la vida sin dejar
una huella...
Ser el pobre arroyuelo
que se evapora al sol
Y perderse una noche,
como muere una estrella
que ardió millares de años,
y que nadie la vió.
ELEGÍA CIVIL
Lloremos, hijo mío, y no nos
consolemos jamás !
Toda la noche, toda el alba
y el día
se cubran de este velo
de lágrimas.
¡ Se obscureció la vida !
Lloremos en silencio:
que la madre no sepa
¡ Cómo en su corazón se abrirán siete heridas,
cuando mire los campos sedientos; el rebaño
devorado de lobos; y el noble hogar en ruinas !
Hijo mío. cien años laboró
surco a surco.
Sangre del corazón fecundó
la semilla.
Viento de tempestad abatió
en un momento
la humildad del sembrado
y el honor de la encina
Quel la madre no sepa !
Salgamos en silencio
por los cuatro horizontes,
y tú me guiarás;
y cuando hayan venido
tus cien hermanos buenos,
sólo entonces habremos
dejado de llorar.
Tú que eres niño busca,
con tus ojos sin mancha,
en esta noche inmensa
una estrella de paz,
díme entre los resplandores
rojiizos de los montes
la blancura del alba no comienza
a flotar.
Díme si tus oidos, que no saben
de engaños,
oyen de tus hermanos el suave caminar, si tus manos intactas encontraron sus manos,
y si todos llegaron al materno solar.
Pacían los ganados sobre
sus cordilleras,
y en manso caminar hasta
la mar venían;
pero malos pastores corrompieron
las fuentes y enturbiaron la vida.
Cien años hijo mío, levantó
su palacio
hasta el cielo infinito, junto
a la mar bravía !
Pero que aguas de muerte bañaron
los cimientos
que vientos humillaron
sus almenas erguidas !
Lloremos hijo mío
y no nos consolemos
jamás.
El POETA Y EL PERRO
Hoy pintó Magallanes
la tarde entera el cerro;
y en la paz del crepúsculo
dialoga con su Perro.
Una melancolía sutil y misteriosa,
tal la noche que llega,
lo invadió silenciosa;
y lejos de los hombres,
solo con su conciencia,
busca amparo, del perro
en la santa inocencia.
Perro mío, me cansa pintar
toda la tarde:
y este azul no es el cielo,
y este reflejo no arde.
Tengo en el corazón, y en la retina,
vivo todo el paisaje; pero,
igual que, cuando escribo,
las palabras no cantan con mi misma emoción,
los colores no vibran con temblor
de pasión.
¿ No crees tú que debo romper
esta paleta
y con ella mi ensueño de pintor
y poeta ?
Y el perro: guau, guau !
Magallanes traduce:
<<Amo, no te comprendo,
pero algo se trasluce
a través de tus ojos húmedos
de rocío.
Tambien se pone un velo
sobre los ojos míos,
cuando me ordenas que vaya
a buscar la pieza
que heriste con el fuego que vuela,
y la maleza,
la zarza o los peñascos la esconden de tal suerte
que, a pesar de mis ansias,
no logro obedecerte.
Y ya ves, yo te sigo siempre,
con el empeño
de hacer la soberana voluntad
de mi dueño>>
Y el Poeta prosigue: la noche
me amenaza.
¿ No sientes como sube del valle
y como pasa
callada y suave, y luego
se nos entra en la vida,
como un reptil, y muerde
en la pena dormida ?
¿ No la sientes llegar,
como una inundación
de todas las angustias,
sobre mi corazón ?
Y el Perro: guau, guau !
Y el Poeta: ya sé
que me dices: no temas,
yo te defenderé.
Y bien sé que podría dormir
la noche entera
y que me librarías del hombre
y de la fiera,
aunque en ello te fuera la vida;
que los astros
verán junto a los míos
tus vigilantes rastros
y sabrán que por ti me salvé
del abismo.
Pero dime ¿podrías librarme
de mi mismo ?
El valle se sumerge lentamente
y se pierde.
Muere el último trino solitario
en el verde rumoroso
de un árbol. Se ha encendido
una estrella.
Y magallanes dice:
Perro, la ves ? Es ella;
la misma clara estrella
a cuya luz me viste,
como ella solitario,
y hasta la muerte, triste,
Perro ¿ y esa mujer ?
Era pálida y rubia.
Tenían, como el cielo, lavado
por la lluvia,
purezas virginales sus ojos...
Y fue mía..
¿Que corazón ahora sufrirá
la agonía
de su amor ? Yo la amé.
yo la amé; pero el hielo
de su carne y de su alma
no lo fundió mi anhelo.
¿Conoces el martirio, largo
como la vida,
de saber que jamás tu vida
irá fundida
con otra, cual dos ríos
que unen sus aguas mudas
antes de ir a morir ?...
¿Sabes lo que son las dudas ?
Perro ¿ Comprendes esto?
Ahora el Perro aulla,
y en las pupilas húmedas
del amo, hunde la suya
melancólicamente; después
guarda un silencio
de humildad, pero dice:
<<Señor, te reverencio,
más no logro entenderte;
tú buscas lo imposible,
cual si yo pretendiera hollar
la inaccesible
nieve de esa montaña.
Cuando la primevera
llega, yo la conozco:
se cubre esta ladera
de hierba tierna y dulce;
baja el agua cantando
como una niña; el aire leve,
sutil y blando,
me envuelve en una nube
de perfume y yo sineto
que alguien me está llamando
de lejos en el viento;
y entonces te abandono,
cruzo el valle y el río,
corro tras el reclamo del amor,
Amo mío;
y así sin inquietudes, sin celos,
ni tristeza, cumplo con nuestra
Santa Madre naturaleza>>
Hay un largo silencio;
pero luego el poeta
pregunta con angustia:
¿ De veras no te inquieta,
Perro mío, esta grave cuestión
de la existencia ?
Yo acaso envidiaría tu sublime inconsciencia;
pero entiéndeme bien:
amar !dudar! sufrir!
esta es la soberana dignidad
de vivir !
Tiembla sobre los cielos el místico lucero; y al ir desvaneciendose
en la noche el sendero,
como una sombra única,
diminuta y extraña,
el Poeta y el Perro descienden
la montaña.
LA LUNA ENTRE LOS ÁRBOLES
La luna entre los árboles
(Un día apareciste en mi camino)
cierne su luz de nieve.
(Cuando tus ojos me miraban,
era como si amaneciera)
Mi corazón siente la luna, y llora.
Llora la brisa entre estas hojas mustias.
(¡ Quién dirá las angustias
que se adueñaron de mi corazón !)
La luna tiembla ahora
en la desolación de la laguna.
( ¿ Que pupilas recogen la emoción
de tus ojos profundos ?)
Hace frío !
¿ Cae del cielo, o sube del jardín ?
Todo el mundo fue mío ;
pero, ¿ que sombra se borró
del camino ?
La luna entre los árboles
se esconde.
( Un día hicimos juntos la jornada )
Me clavan como dardos las estrellas.
( ¿ Sobre qué labios cantaran
tus besos ?
Eras bella !
Mañana,
no te podré olvidar ! )
La fuente mana
junto a un rosal: el agua
es perfumada.
( ¿ Es que has vuelto a pasar ?
Siento tu aliento).
Oigo caer las rosas deshojadas.
( Un día hicimos juntos el camino.)
La luna se murió !
Ya todo es nada
**livre
OBRA:Por Los Caminos(1910)
Recogimiento(1920)
Obras Completas(1931)
RÍOS√2021
(Fuente: Marcelo Sepúlveda Ríos)
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