Eras bastante ruidoso
te movías por la ciudad con un manojo de llaves
que hacía música y te anunciaba.
¿Cuántas puertas puedo abrir con tus ojos?
¿Quién dice hoy
tranquila los aviones no se caen
o cuidado con el viento que si sopla fuerte te olvidan?
Desde que consideraste el abandono
como forma de estar cerca
nadie me prometió cosas
y dejé de creer en el tiempo.
No estoy detenida
pero conservo algunas imágenes:
tu boca idéntica a la mía diciendo hasta pronto
el borde de tu última sombra
la servilleta de ese bar que te gustaba
donde escribimos nuestros nombres.
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Otoño
Después de recibir un mensaje
que es un suelo de vidrios rotos
o una despedida,
apoyo mi dedo
en la mancha de nacimiento
del chicho del que estoy enamorada
pido un deseo y espero
que una sirena se detenga
como ya lo hicieron
el resto de las cosas.
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Diccionario
El entierro fue en Río Tercero
una de sus sobrinas
sacó una servilleta escrita
y leyó su contenido en voz alta
para despedirse.
Hubiera estado bien
heredar los ojos de mi abuela
atractivos aunque sin secretos
del mismo verde
que el Larousse ilustrado de mi infancia.
Cuando ponían el cajón de madera
en un hueco de piedra
pensé que a esos ojos
les debo todas las palabras.
En: Acaricio perros
Ediciones Liliputienses
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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