LA GARZA NEGRA
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A la hora que en Hiroshima cayó la bomba, mi tintorero de Buenos
Aires quemó la ropa y manchó con ácidas lágrimas una larga solapa.
Fue perdonado en homenaje o por tristeza no sé.
Mi japonés es muy sensible juega en la sombra con flores u hojas
verdes. Él sabe. Sabe también de la garza negra que visita el diminuto
jardín que tiene detrás de la tintorería con cuatro flores
y seis hojas.
Poco a poco ha ido abandonando la tintorería por el pequeño
bosquecillo y como es natural los negocios no marchan. La garza
negra desciende más a menudo.
Un día clarísimo entre sus cuatro flores y seis hojas el japonés en la
agonía ve caer del cielo para siempre la garza negra de alas de agua.
En Nagasaki, la garza negra levantaba el vuelo.
(Fuente: Daniel Rafalovich)
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