jueves, 19 de noviembre de 2020

Richard Hülsenbeck, (Frankenau, Alemania, 1892 - Suiza, 1970)

 

 

APENAS


 Apenas le habíamos bajado los pantalones,

 y él se quedó ahí, desnudo hasta las pelotas, asombrado de todo

 el arrebato, y dijo poniéndose colorado: "¡Cómo se atreven!"

 y nosotros dijimos si hay un deseo hay una manera, y la

 única virtud es saber-cómo, si lo mirás bien.

 Y el hombre dijo, esa sí que es una buena, y todos apretaron

        las manos de los demás.


 Ese era el tiempo en el que el canti-canto de las campanas

                                              estaba engañando

 a los pecadores, y ellos salieron de la casa, descartando

 sus anteojos, y arrojaron sus muletas, y

 cuando las muletas fueron arrojadas, arrojaron sus trapos, los

 de color rosado y con más seguridad las corbatas color lila,

 y cuando las corbatas color lila habían sido arrojadas con

                                          total seguridad,

 ellos se tiraron a la basura y tirándose a la basura se tiraron

 a sí mismos hacia adelante. Y los cruzamos en el mercado,

 donde la bandera estaba saludando al Káiser.


 El Káiser era sólo un hombre joven, y tenía al mundo

 en un hilo, y usaba el el orbe imperial como un 

 suspensorio como el hombre erguido que era. Y él decía

 que estaba tan erguido como era posible estarlo, y levantaba

 el orbe imperial (que nosotros llamamos la manzana imperial)

 y la halaba derecho hacia la manzana de Adán de la Gran

          nación Alemana,

 y la Gran nación Alemana le arrojaba manzanas, y todos

         se regocijaban en

 las manzanas de todos los demás.


 Y el hombre, cuando le habían bajado los pantalones, se paró

 ahí y consideró su destino: "El aire está cargado

 de azufre", dijo, "y los ríos están culebreando hacia

 el horizonte. Y las casas están resecas por el sol y

 el viento, y la gente se está amontonando como sapos en un

 charco, y todo el mundo se está amontonando con todos los 

               demás."


 Y nos apoderamos de la Libertad y razonamos con ella,

 mientras los muchachos merodeaban y lamentaban la

 el montón general de la humanidad. Y una mujer sacó 

        bollos 

 de su panera y dijo: "Ajá". Y todos contestaron: "Ajá."


 Ese era el tiempo en que los años crecieron plateados y

              negros

 en el brillo de la infinitud, y las luces infrarrojas se iban

 apagando, y el canto de las estrellas ya no se oía.

 

 



 Richard Huelsenbeck, o Hülsenbeck, nació en Frankenau,

Alemania, en 1892. Estudiante de medicina, antes del inicio

de la primera Guerra Mundial. Algunas versiones dicen que

fue considerado inválido para el ejército, otras que se declaró

resistente a la guerra, emigrando a Zürich en 1916. Vuelve a

Berlín en 1917, para fundar el grupo dadaísta alemán. Con la 

llegada de los nazis al poder, su arte es considerado contrario

a los intereses del Estado. Se traslada luego a Nueva York,

donde ejerce el psicoanálisis Junguiano, bajo el nombre de

Charles R. Hulbeck. Regresó por fin a Suiza en 1970, donde

murió 4 años después.



 FUENTE


 Jerome Rothenberg. Writing Through. Translations and

Variations. Wesleyan University Press, 2004. 

 

(Fuente: Idiomas olvidados)



 

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