Satélites / Relámpagos 32
“¡Hipercolibrí,
lanza relámpagos!”
Enfundados
en milhojas
antropoides
que recubren
la encrespada
melena
de ese mar
que casi somos
–microscopía
de trinos,
salpicré de
chispazos–
emprendamos
la gala
incierta que
hace rato
a la deriva
nos debemos.
Hagamos una
fiesta
por cada
átomo
que
declina.
(a Luc Arrillaga)
Satélites / Relámpagos 31
“¡Hipercolibrí,
lanza relámpagos!”
Caen
lagartijas desde los balcones
-incrustaciones
joyescas en las ruinas de piedra-
como hachas
diminutas y acolchonadas
sobre el
cuello metálico de las liebres
que pululan
libres por las noches
cuando nos
levantamos a sorber
el líquido sacramental
de la luna.
Estos
también son ritos cotidianos
que no
tienen prensa. Satélites / Relámpagos 30
“¡Hipercolibrí,
lanza relámpagos!”
Niña del
astro, está en la piedra.
Niña del
astro, está en la flor.
Niñá, caé,
galaxia en un fumo.
Niñá en el
néctar, mareate en la chicha.
Comunicate
con señas. Alicate de años,
señales de
astros.
Vamos a
entenderte. Casi.
Casi es
mejor. Vamos a encenderte.
Astralizate.
Niñá.
En la
piedra. En la flor.
Satélites / Relámpagos 29
“¡Hipercolibrí,
lanza relámpagos!”
Tu cráneo
es lo que menos observo –es el pico
lo que me
atrae, la delicadeza al libar
el hueco
sulfurado de las flores,
aunque no sea
éste un espacio ordinario
donde se
acumula la basura llena de destellos,
brillantes
cuchillos, las monedas
desgastadas
que aún nos guiñan
sus
reflejos mariguanos en la mano de otras eras,
o mejor el épico aletear que arremolina
un
hiperespacio cualquiera –es en este
pulmón de limo
donde nada y anida
nuestro genuino
interés.
(Fuente: Hipercolibrí)
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