jueves, 12 de noviembre de 2020

Claudio Archubi (Mar del Plata, Argentina, 1971)

 

 

Parábola para un mundo en llamas

 

 
"Lo haces ingenuamente como si fueras el primer hombre que vio el mundo,
lo haces implacablemente como si fueras el último hombre que verá el mundo."
                                                                                                         Vasko Popa
 
 
 
El silencio está en llamas.
Este es un viaje hacia Claudio: desde y hacia y sobre y debajo de Claudio, un mundo en llamas.
Las células, antes de morir, emiten luz, mucha luz, igual que ciertas estrellas antes del colapso. Hiere y quema la Verdad: cómo hablar de una estrella sin que esta se encienda en tu lengua.
Claudio ya no está de espaldas: está dentro de las palabras. Mirándome se ve como una antena rota, portadora de un mensaje en llamas.
Cava hondo, cava hondo, le digo, pon tu pala al rojo blanco: el error se desenvuelve en la Historia.
Cava hondo para proteger la belleza, por fuera de este invierno en llamas.
Cava hasta que en el fondo de la tierra encuentres una puerta: ahí guardarás la flor.
El bunker de la belleza está quieto en un mundo en llamas. ¿La belleza es el olvido?
Hay preguntas como semillas enterradas por mucho tiempo en la ceniza caliente. Insisten insisten.
Hay preguntas como tocar a la belleza, sin inclinarse. Le decías a tu pensamiento: no vayas. Y sin embargo fue: volvió temblando.
Apresúrate cierra cierra para que no entre la Historia, porque la Historia está en llamas.
Cuán rota estaba la belleza: no podía olvidar. Tenía el mundo adentro: ya era tarde. Y qué hacían tus manos: buscaban semillas de calma.
Pero en tus manos el silencio ardía porque el mundo ardía. Y se rompía un último poema como un trozo de vidrio que simula un diamante.
Quebrado multiplicado cansado. ¿También te has roto para imitarla?
La mentira es un martillo.
La verdad, una pala, abierta como una mano.
El bunker de la belleza está quieto al rojo blanco porque el silencio está en llamas.
Cuán tranquilas están las piedras al borde de un volcán, ¿lo ves? Hasta que una mano, la más insignificante mano se acerca, toma la primera y la arroja.
Con los pies en el barro y los ojos en el cielo, no obstante, cavaste hasta el final.
Hay flores negras a punto de nacer en tus llagas: cuídalas, se deshacen con el fuego. Y el tiempo es como el fuego. Cuida todo lo que es así de tenue: igual que el vacío, guarda los ecos de la creación.
Cava hondo en el amor, Claudio, pero no caves demasiado, porque ya lo dijo el Oscuro, el centro también es de fuego de hambre y de Nada.
Pero la piedra va cayendo cayendo al rojo blanco como un pensamiento directo al corazón. La mano fue de Claudio oh traicionero: cómo osaste arrojar esta piedra a la herida de un mundo en llamas.
Ahora Claudio está quieto frente al dedo acusador. En el fondo de la tierra está quieto y sonríe.
Claudio es un cuerpo negro: no deja pasar la luz, la tiene adentro, en ciertas células que van a morir, esperando el estallido para unirse a un mundo en llamas.
Ay Claudio por qué cavaste tanto si ya el mundo estaba en llamas.
Es complicado entrar en Claudio. ¿Cuántas dimensiones tiene una pared?
Claudio mirando a Claudio es como un ciego mirando su sombra. ¿Y eso qué sentido tiene cuando el mundo está en llamas?
Dentro de Claudio está este poema como una piedra ¿Y dentro de este poema: está Claudio ahí, regando una inútil flor en el incendio, jugando a las escondidas con la muerte mientras el mundo está en llamas?

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