A LA MUERTE DE UN ALBAÑIL
Que no venga el diablo a meter la cuchara
ahora que tu frente
suelta una plomada muy oscura
y clava tu sombra sobre el humus
justo donde tu mujer te está llorando.
Te evoco entre estos raros
apodos nuevos para decirte
que tenías razón:
Tu Papagayo americano trabaja solo.
No más margaritas
a la mezcladora de cemento. Hacer algo
en la vida, es cavar un pozo.
Nuestro propio pozo. Y aún así
silbar arriba de un andamio.
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