«Mares que mueren»
Tres poemas
Tatéi Haramara
todos los mares, el mar
Tatéi Haramara
madre mía y de los hombres
origen de las aguas del mundo:
en ti confío, diosa-venado
para que cuando muera
mi alma ronde cinco días
por los lugares en que de niña viví:
la acequia vertical
que dividía el pueblo
el patio y la cocina de tía Quica
el zaguán con su canto de canario
y, si se me permite la dicha
esas sombras
de la higuera
el nogal y el durazno
a esos lugares hazme volver
para que mi boca
coma el pan de la calma
el maíz de la desmemoria
para que en mis labios
se posen las gotas
del descanso eterno
después
llévame a tu piedra blanca
ya sin cuerpo
para iniciar mi camino
hazme entender
que no hubo paso mal andado
y ahí mismo
altísima señora de las nubes
regresa mi espíritu a tu vientre
guíame a casa
9
mar semilla, mar inquieto, mar futuro, mar nosotros, mar tláloc
estamos
aquí porque estiramos el tiempo, celebramos el fin de cada ciclo y
coronamos nuestros altares con su cruz, cempasúchil, resucitamos cada
muerto, anulamos el duelo, alumbramos una nueva trinidad, Coyolxauhqui y
virgen: Guadalupe
madre cachalota, sueño
vertical, nodriza ancha del anhelo, si la energía de la vida está
tatuada sobre tus leches, ahora las corrientes, los ecos subterráneos,
los hijos azules, despiertan la verdad de la belleza
el mar detrás del nombre
llevo un mar en mi nombre
por eso en cada sitio a donde voy
despierta una humedad
una cadencia
el ritmo de mis olas
de este fragor paciente que aprieto
este silencio inmenso
ceñido a mi pequeñez
las palabras que no digo
porque solo lo claro
debe ser pronunciado
llevo un mar en mí
en mi nombre
un crespo oleaje cubre la cama
mi sudor y mi sal se extienden sobre ti
te mueves, jadeas, das brazadas
te mueves, te clavas
te zambulles
en mí
mar salvaje que entra por la ventana
se hace imprescindible
atesorar imágenes
ansiar lo ajeno
apropiarse de la belleza
d
e los amaneceres de la roca
herir al pez con un punzante anzuelo
y al mejor hombre
deshabitarlo de sus besos
volverse visceral, tsunami
ahogarse de anhelos y acechar
no está mal, a veces, desearlo todo
vaciarse de carencias
siempre querer más
buscarlo, tomarlo, hacerlo nuestro
moldear la realidad, saciarnos
y cada noche venerar
la intensidad que somos
Guadalajara, México
Contribución a DscnTxt de Héctor Monsalve
(Fuente: Descontexto)
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