martes, 30 de julio de 2024

Mario Pera (Lima, Perú, 1981)

 

Desamparo de la materia dócil


 

Bosque negro

 

Cortar la roca
dejar que el arpegio fúnebre corra en el pentagrama del próximo invierno
permitir que el silencio envuelva al árbol que arde
         día tras día
   frente al mar
   la misma ceniza de la rama
   presiona sobre nuestra frente
   el polvo
   y forma
   la huella de una larva

el incidente
un sol invisible que palpita mientras los pájaros se alejan del oeste
corta con un hilo tenso los bordes del verano
segundo nacimiento
entre avispas que aletean y saltan con violencia
mientras la floresta se calcina
un óvulo levita y anida el día en el abismo oculto del fogón
hasta perder de vista la flecha
que vuela sin ser oída
entre constelaciones que forman
como rebaños
un bosque negro

 
 
Rumbo solar

 

Vuelve a mí tu rostro sin ojos
vuelve el ruido del lápiz
arando una partitura en el papel
los límites de tu sombra en el abecedario de la sangre
disco negro que gira como un aura
en torno a tu cabeza
con el peso implacable del amor en tu pulso
y la mueca del armadillo moribundo
sobre tus labios
se acumulan nubes en la ventana y flores podridas en tu cuello
el galope de mi aliento busca tu origen
bajo mi cuerpo
danza la estrella
hace erupción
entre las ramas que atraviesan el cielo
como una escalera
hacia lo inevitable

   Cae el trinar del ave
   el humo del crepúsculo
   en latigazos que se sumergen en la espalda
   Puebla el rayo solar el sendero
   la lentitud del nuevo día contra el suelo
   ese bostezo que se abre como un grillete
   al concluir la noche
   arrugados los párpados por tu oscuridad

lavo las cenizas en tu dorso y descubro
el número áureo del lenguaje
de los cuerpos que se hallan en la luz de las partículas condenadas a fluir
a cavar por largo tiempo una sombra
en el vacío de la chispa

Vuelve a mí tu rostro sin ojos
el ruido del lápiz quebrando tu esqueleto
   para sacar el polvo de la estrella
   a distancia truena tu respiración
   los átomos blancos que revolotean
   abro pausado y alevoso una grieta entre tus piernas
   y en ellas
   alzo el puñal como un almendro de bronce
   a punto de florecer

 
 
Camuflaje

 

El ojo con que escribo, es aquel con el que tarjo un poema resbalando de mi dedo
El ojo con que me atraganto, es aquel con el que observo el borde de la luz en el otoño
El ojo con que olvido, es aquel con el que horado la palabra hasta la carne          
El ojo con que enfermo, es aquel con el que marchito el plumaje del amor
El ojo con que brillo, es aquel con el que cicatrizo el vacío que me dejó su cuerpo
El ojo con que alzo los días, es aquel con el que soplo el sonido de su piel mientras cae
El ojo con que canto, es aquel con el que me derrumbo como un trueno sobre el pasto
   herido
El ojo con que ilumino, es aquel con el que broto y me expando hasta encajar en sí mis
   espinas 
El ojo con que humedezco, es aquel con el que abro la sílaba en mi lengua
El ojo con que enciendo, es aquel con el que estallo los pétalos pudriendo la tierra
El ojo con que oscilo, es aquel con el que agito la tarde entre mis venas
El ojo con que me coagulo, es aquel con el que desuello el florecer de la semilla y
                              carbonizo el cerezo

El ojo con que escribo, es aquel con el que hundo en una flecha en pleno vuelo
el dolor del ciervo
a punto de morir

 
 
Horóscopo negro

 

Horóscopo negro
augurio salvaje recitado por los cuervos
la tierra repica la locura del orden
el tiempo transcurre
se encostra en los ojos y entumece el vientre
pasto amarillo donde desovan las constelaciones
   Se aprieta el silencio como una bayoneta contra la cabeza
   el latir diario del caos en el aliento
   que atrae a las abejas a ocupar el roquedal
Un astro negro se agita contra un carnero
la ceguera se bifurca en medio de vitrinas y portones que se calcinan
dobla la rueda sobre un césped que no envejece
espejo del error

Horóscopo negro
hermoso niño con ojos de presagio
qué difícil llevar el corazón hacia los pinos inflamados
aspirar el frescor que muere en la mirada día a día
cansado de ofrecer el higo írrito que replica
los ojos burlones de una estrella empeñada en no apagarse
Es otro quien ha de morir iluminado bajo tu signo
es otro el hijo del león que ocupará las hebras de tu cuerpo
y su lugar al finalizar el alba
el que volverá a la muerte sin partitura
inclinando su pescuezo
al desamparo de la materia dócil arrojada desde el lenguaje
entre los torpes huesos tumbados en el musgo
y el desaparecer en la falsa arquitectura de la infancia
con la mano posada siempre sobre la cabeza
mirando flotar el futuro
con un sinsabor de malagüero que enrojece seco
como el cuerno que perfora y herrumbra
el paladar

Horóscopo negro
hijo de Moebius
brasa cósmica que oculta el adiós
polvo plural enamorado que encierra el ojeroso sueño de una vida
   recupero el ruido
   caen las estrellas como estacas para dividirnos
   desorbitada la Luna y su inocencia
   cuando dos o más nos reunimos
   para crujir persistiendo en la punta de su nombre

Horóscopo negro
21 de agosto
el último día de camino devorado por una lengua impredecible
desaparecer al calor del hueso
borrar del cuerpo las estrellas
que se proyectan al atardecer
mientras el zodiaco gira minúsculo
imperceptible
aunque rotundo en la trampa
desde el fuego más alto hasta la raíz

 
 
Visión de otoño

 

El cadáver de un pájaro rodando golpea la ventana
estruja bajo el sol la leña de la infancia hasta quebrarla
   un canto oscila en la boca como un eco que se expande
   hacia el firmamento
   voz ahíta que cae imitando el rastro de la serpiente sobre la arena

         el valle desolado de la página

se encoje la piel sobre la vereda al romper una ola
el panorama se desmigaja dentro del cráneo
hasta olvidar la deriva
hasta estallar la sangre
sobre el colmillo robusto de una constelación enredada
pasa la víspera
pasa la gente
el frío ennegrece el sueño
el cosquilleo gramatical que respira hondo
entre lápices y tinta
como una carnaza que alborota a los peces

Relinchan en duelo los caballos
asnos rebuznan el amor podrido en la Flor de Luna
aquella única flor
huella de lo que se desvanece en el desierto
   e intacto amanece al borde del mar y sin término
   observa su derrota
   mano luminosa que desde la ribera
   nos dice adiós

Una bandada de gaviotas nos abre la tráquea
se descuelga como un fruto
caen las semillas de la furia grabada en cada verso
donde el silencio talla
ardiente y seca
la palabra que tiembla entre labios
podrida flor a su llegada
podrida visión en el otoño
el tambor repica llamando a la tempestad
a terminar esta historia
incapaz de seguir el sucio camino
que a pedazos se asoma al ojo
que orbita en la nariz
hasta las nauseas
y en los pies empoza el rizoma que arrastramos desde la primera estrella
que empuja nuestro destino
como el escarabajo que apelotona el estiércol
arrastrando el hedor de los días
para comerlo y crecer

 
* Poemas pertenecientes a Sombría /estrella/ fugaz (Eolas Ediciones, 2023).

 


Mario Pera / Lima, Perú, 1981. Poeta y abogado por la Universidad de Lima, diseñador gráfico y magíster en Medios, Comunicación y Cultura por la Universidad Autónoma de Barcelona. Reside en Valencia, España. Director de la revista web Vallejo & Co. y de la editorial del mismo nombre. Obtuvo el Premio Ilustre Municipalidad de Cuenca en el Festival de la Lira (Ecuador, 2013). Ha publicado en poesía Preparaciones anatómicas (2009), Ruido blanco (2011, 2015 y 2016), Y habrá fuego cayendo a nuestro alrededor (2018) y Sombría /estrella/ fugaz (2023). 

 

(Fuente: Periódicodepoesía.unam.mx)

 

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