Cada poema
es tan capitalista
como George Soros
y Wall Street.
Cada palabra
o retruécano,
cada capricho
verbal
o estrofa
según juicio
de permanencia
y uso,
cada poema
es un chapuzón de gloria
para las finanzas,
los bienes raíces,
la agroquímica,
la industria molinera
y los bitcoins.
Cada poema
es poder pulverizado
multiplicadas esquirlas
de la ilusión y las hadas
que se despeinan
en las bolsas de valores
y las Cayman.
Pretexto,
cosita,
tinta o grafito,
rayones,
garabatos,
arrogancia de una letra o dos.
Y por
mas que lloren
los poetas,
se insomnien
y beban alcohol,
se indignen,
salgan a la calle,
desgarren camisas
y escupan negruras,
esa vaguedad impresa,
ese fraude
cantado,
recitado,
ornado
de caras graves
o repetido
en fogones y micrófonos,
no dejará de ser
una mercancía,
un mero macanerio,
una falsa potestad
que colmara
de ganancias
en el rubro
"fuerza imqroductiva/
mercadeo simbólico."
Cada poema
es,
dicen,
antipoder,
barricada de enfrente,
proclama y libertad,
por tanto,
poder del reinado
bobo
cuyas acciones
con suerte
serán aire y clavel.
Elon Musk
y Mick Jagger,
Meinichenko
y Daddy Yankee,
el comunista chino
Zhong Shanshan
y Bono,
Ferlinghetti
y Messi
tanien el mismo
laúd.
Inedito
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