domingo, 28 de julio de 2024

Arthur Rimbaud (Charleville, Francia, 1854 - Marsella, Francia, 1891)

 

Alquimia de la palabra

 

Me la dedico. La historia de una de mis locuras.

Hacía tiempo que me jactaba de poseer todos los paisajes posibles y que los famosos de la pintura y la poesía moderna me parecían ridículos.

Me encantaban los cuadros bobos, las sobrepuertas, los adornos, las telas de los saltimbanquis, los carteles, las iluminaciones populares; la literatura demodé, el latín de las misas, los libros eróticos con horrores de ortografía, las novelas de nuestros antepasados, los cuentos de hadas, los libritos infantiles, las óperas viejas, los estribillos tontos, los ritmos ingenuos.

Soñaba con cruzadas, con viajes de descubrimiento de los que aún no tenemos noticia, con repúblicas sin historia, con guerras de religión sofocadas, con revoluciones de las costumbres, con desplazamientos de razas y de continentes: creía en todos los hechizos.

Inventé el color de las vocales: A negra, E blanca, I roja, U verde. Regulé la forma y el movimiento de cada consonante y, con ritmos instintivos, presumía de haber inventado una palabra poética que, en algún momento, franquearía el acceso a todos los sentidos. Me reservaba la traducción.

Al principio fue un estudio.  Escribía los silencios, las noches, apuntaba lo inexpresable. Fijaba vértigos.
 
 
 Traducción de Ezequiel Zaidenwerg 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario