martes, 30 de julio de 2024

Montserrat Villar (Cortegada de Baños, España, 1969)

 

DESORIENTACIÓN






 

AMOR

 

Toda la vida conviviendo con los obuses

y bombas de otras fronteras.

¡Yo no me acostumbro!

 

 

En la comisura de los labios

un silbido, amor,

y los brazos vacíos rozando el silencio

antes de la caída de la nada sobre la tierra,

ensangrentada fisura en el límite de los hombres,

en el camino equidistante

arbolado por el odio y las despedidas

mutiladas de llantos inexplicables.

 

En la comisura de los labios

un gesto, amor,

y los brazos caídos en la desesperanza del abrazo

que el mundo niega en sus extremos

y en este epicentro que vio nacer tantos deseos.

Olvido y sepultura de mares que no liberan,

pozos de sangre hacia la indiferencia.

 

En la comisura de los labios

llanto y cuerpos, amor,

desgarrados por las sombras

de un ocaso que no termina,

una polvareda de amasijos y atronadora sentencia de muerte

que ignora el pacífico desierto de cercanas estrellas

en el silencio infinito o la belleza

ausente de este fiero aullido.

 

 

(De Sumergir el sueño)

 

 


HE SIDO

 

He sido lágrimas y dolor que ya no brotan.

 

Y, ahora, un silencio agudo araña mis tripas

para sujetarse a esta vida sin medida ni futuro.

 

He sido lágrimas y espasmos momentáneos

de voluntad y esfuerzo por cambiarlo todo,

por rodearlo todo con mis brazos

y gritar que no existe el miedo.

 

He sido, cuerpo terso y fuerte

que, ahora, ahoga suspiros innecesarios

cuando intenta levantar una mano en ademán

de reivindicar su existencia, todavía.

 

(inédito)

 

 

 

 


NADA

 

Pero ya no queda nada

y la nada se debilita con el paso de las horas,

los silencios, los susurros o los gritos de los otros.

 

Ya no queda nada, tras ese obús de mentiras

aderezadas con sus dioses.

 

El suelo se desploma sin clemencia

y olvida que, allí, amanecía vida cada jornada,

risas y gritos de niños que, ahora y siempre, yacen

entre sus polvorientos amasijos inanes.

 

Abismo atroz coronado por el hierro de

las últimas vigas que sobrevivieron al fuego de los otros.

 

Y ya, todo es silencio,

silencio como el de las noches frías

que aconsejaban acurrucarse en las camas familiares,

a la espera de cada mañana y todo su futuro.

 

Hoy, todo es silencio,

ya nadie ansía esa

mañana,

esa noche de camas y mantas.

Se han olvidado los sueños

con el silbido de las bombas

segundos antes de que todo

se borrara.

 

(inédito)

 

(Fuente: Voces del extremo)




 

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