sábado, 14 de noviembre de 2020

Isaac Alonso Araque (España)

 

 

La torre de Babel se yergue en medio de un lago en el sur de Francia.

A la torre de Babel se llega siguiendo caminos secretos abiertos

en medio del bosque.

Los cinceles sabios pueblan nómadas los bosques que rodean

la torre de Babel.

Las musas tocan el acordeón y cantan por las calles de la torre

de Babel.

Barcos piratas amarran en los canales donde se yergue la torre

de Babel.

La tripulación de los barcos piratas se entretiene remando por

los canales mientras respira los aires del Tagus, el Hesperia o

el Argelia.

Los habitantes de Babel disputan arrojándose al agua con lanzas

desde sus barcas impulsadas a golpes de remo.

En Babel las sonrisas hablan todas las lenguas del mundo.

Las gentes de Babel se entienden como los piratas de sus canales.

En Babel las noches se alargan en sus jardines entre las sonrisas

piratas mientras blandos colchones aguardan.

En Babel los colchones procuran placeres inspirados por brisas

marinas llegadas del Tagus, el Hesperia o el Argelia a través de

las ventanas.

Si a Babel se accede a través de un baño en el agua, solo las ocas

conocen el camino de vuelta.

En Babel los cielos escriben mensajes en las nubes para los que

regresan de Babel.

De Babel se regresa con una sonrisa en el alma, un acordeón

bajo el brazo y un remo al hombro.


***


Saber que estás perdido.

¿Cómo?

¿Cuánto?

No hay rumbo.

No preguntes.

Pudo ser oyendo Shine on you crazy diamond

o en tu primer brote de soberbia.

Ahora solo queda

la espera de ser pasto.

La esperanza

de que tus átomos

regresen por el camino de la piedra.

Que tu paso no vuelva a ser

como la gota condensada

que resbala

por el tirador de la cerveza.

 

 ***

 

Cada vez que te exploro

ya por las sendas conocidas,

ya por caminos intrincados,

y no me abandono

—si buscando la perfección

si por miedo a la locura—

pierdo la vía de la Diosa

y lamento ser incapaz de llegar a ella

sin estar borracho.

 

 ***

 

He de invocarte de nuevo

para que tú seas ahora

la que me dé la mano

y me guíes

siguiendo los pasos

de las hormigas

hasta los Campos Elíseos

o los de Asfódelos.

Tú decides.

Yo te sigo, como Dante,

a donde quieras llevarme.

 

 


En Pastos de invierno. Huerga & Fierro, 2020

 

(Fuente: Voces del extremo)

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario