miércoles, 18 de noviembre de 2020

Hilda Hilst (São Paulo, Brasil 1930 - São Paulo 2004)

 

 

“Da morte. Odes mínimas”

 

XIX

Si yo supiese

Tu nombre verdadero

Te tomaría

Húmeda, tenue

Y entonces descansarías.

Si susurraras

Tu nombre secreto

En mis caminos

Entre la vida y el sueño

Te prometo, muerte,

La vida de un poeta. La mía:

Palabras vivas, fuego, fuente.

Si me tocaras,

Amantísima, blanda

Como fui tocada por los hombres

En vez de Muerte

Te llamo Poesía

Fuego, Fuente, Palabra viva

Suerte.

 

 

XVI

               O que nós vemos das coisas são as coisas.

               (Fernando Pessoa)

 

Las cosas no existen.

Lo que existe es la idea

melancólica y suave

 

que hacemos de las cosas.

 

La mesa de escribir es hecha de amor

y de sumisión.

En tanto

nadie la ve

como yo la veo.

Para los hombres

es hecha de madera

y esta cubierta de tinta.

Para mí también

más la madera

protege su interior

pues su interior es humano.

 

Los libros son criaturas.

Cada página un año de vida,

cada lectura un poco de alegría

y esta alegría

es igual al consuelo de los hombres

cuando inquietos permanecemos

en respuesta a sus inquietudes.

 

Las cosas no existen.

La idea, sí.

 

La idea es infinita

igual que el sueño de los niños.

 

 

IV

 

¿Qué boca ha de roer el tiempo? ¿Qué rostro

Ha de llegar después del mío? ¿Cuántas veces

el tejido leve de mi soplo ha de posarse

sobre la blancura agitada de tu pecho?

 

¿Atravesáremos juntos las grandes espirales

la arteria extendida del silencio, el vacío

la planicie del tiempo?

 

Cuantas veces dirás: vida, estrella vespertina, magna-marina

y cuantas veces diré: eres mío. Y en las distendidas

tardes, de largas lunas, de madrugadas agónicas

sin poder tocarte. Cuantas veces, amor

 

Una nueva vertiente ha de nacer en ti

y cuantas han de morir en mí.

 

 

(Fuente: La parada poética)


 


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