viernes, 20 de noviembre de 2020

Andrés Urzúa de la Sotta (Viña del Mar, Chile 1982)

 

 

de GALERÍA

 

1

 

Abres la puerta:

 

un cono naranja

en una habitación blanca.

 

En el suelo, cenizas

y la sensación de haber ingresado

al eco de una fiesta:

 

una mosca rebota con su reflejo en la ventana.

 

2

 

El televisor está encendido:

la antena se une con su sombra en la pared.

 

En la pantalla refulge un arco iris

y frente a ella

 

—sobre un cojín violeta—

 

un oso de peluche parpadea.

 

3

 

Las cortinas están levemente abiertas.

 

Una larga y angosta franja de luz

se proyecta en la pantalla del televisor.

 

Los visillos flamean como banderas.

 

 

FRESIA ASTUDILLO

 

La cancha de tenis es una página en blanco. Los tenistas escriben sus golpes con precisión. Entrenan leyendo a sus adversarios y a sus predecesores. Escribir es aprender la exacta técnica del servicio. Es intentar un ace o un passing shoot, pero dejar siempre la pelota en la malla. Tu adversario lo sabe. Él también debió pasar días enteros entrenando, mascando el amargo sabor de la derrota. Pero nada de eso importa demasiado. No juegas para ganar, sino para aprender a persistir. Ese es el gran desafío. Pese a la imposibilidad de la victoria, insistir en el oficio de jugar. Insistir en el oficio de escribir.

 

ROSA VERA

 

Ahora que estoy

frente al sepulcro

te confieso: siempre

supe que el trofeo

que gané a los

nueve años

era bañado

en oro falso.

Nunca te lo dije

pero esa misma

tarde en que pintabas

el trofeo con spray

yo te miré por el

cerrojo de la puerta

y pensé que la victoria

era una cosa despreciable.

 

 

(Fuente: La parada poética)


 


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