UN POEMA DE EDUARDO MOGA Y OTRO DE TOMÁS SÁNCHEZ SANTIAGO EN PÁNICA SEGUNDA
Eduardo Moga
[TE ESPERABA EN EL ALAMBRE DEL DÍA…]
Te esperaba en el alambre del día, comiendo latidos, sofocando el
grito de los huesos. A veces, sin embargo, cuando las poleas levanta-
ban relámpagos y la noche sabía a almacén, callaba. Recordaba
entonces las cosas pequeñas: la luna húmeda que encendía nuestros
pasos junto al muelle o las palmeras amarillas de Tozeur o aquel
lento cometa, sobre los montes caudalosos, a cuyo paso imaginamos
la vejez. Te esperaba, deshabitado, acariciando el tiempo.
Ahora que se ha endurecido tu imagen, no sé dónde guardas el pan,
dónde los quicios, las rodillas familiares, los ídolos de tu olor; he olvi-
dado cuándo regresarán tus manos. Aquí, mientras tanto, ascensores,
transeúntes, horas que escupen lágrimas.
Te esperaba. Hablábamos de cosas sencillas. E ingería la copa, los pezones, tu mínima tos. Después salíamos a cenar como si nos hubiera amenazado un ángel.
[Poema XIV de El corazón, la nada]
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Tomás Sánchez Santiago
No llaman al alivio por su nombre
los sueños que caen
en una cama conforme y movediza
a la vez, donde estalló el cristal del abandono.
Ésta que quiero ahora, ésta
que toco a tientas y escarbando
para encontrar las raspas finales de otro cuerpo
que detuvo la luz sobre las uñas
y propuso en la piel la huida hacia un pronombre.
Que no es conmigo.
Entra una muchedumbre y sus pinzas
finales en este corazón. Y todo cabe
y todo se reúne en una única página
que sólo aprende quien tacha
en la memoria las trampas de los nombres,
pero salva la música
de lo insólito, el compás sin aviso de la extrañeza
que cada ser posee hasta que le entra el lento
lengüetazo de una Norma.
Que aquí no nombraré.
(El que desordena, libro inédito)
Pánica Segunda
VV.AA.
Editorial Delirio – Diputación de Salamanca
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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