LLEGO A LA MESA Y CIERRO LOS OJOS
Llego a la mesa y cierro los ojos para no ver a mis hermanas
y ellas cierran los ojos para no verme a mí
y comemos, hablando a gritos, increpándonos mutuamente
Y entra la empleada doméstica con una fuente de tomates
y ni siquiera están amargos
y el aceite no se ha vuelto corriendo al olivo
ni la sopa espesa ha muerto de vergüenza.
Y hay un silencio que es un gran silencio
cortado a veces por una risa de sarcasmo,
un grito de rabia o de hambre,
un murmullo de satisfacción.
Y en esto estamos hasta que el acto acaba
cuando "todo ha terminado" y "la última cena"
y es posible dejar el alma y correr al encuentro del cuerpo
si hay cuerpo, se comprende.
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en "El engañoso laúd", Ediciones Del Joven Laurel, Santiago, Chile, 1956, ed. digital. En la imagen, Armando Uribe (Santiago, Chile, 1933-2020 / La Tercera).
(Fuente: Jonio González)
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