La luz se ha ido
(¿Dónde está el fósforo para encender a la gente de cera?)
Esto es un acto carrusel de danza, campánulas de hielo
sobre las carreteras, pero también un sueño de parkour
Un baile vertical con los brazos abiertos. Al miedo
escribe. Ya no queda país. No queda humano. Noche
es noche es noche es el vuelo de la lechuza ciega sobre qué.
A otra cosa me llevarías, cielo, desde luego.
La ciudad son luciérnagas de hoteles y hospitales.
Un idioma quebrado. Caído estás, sin preguntar.
Llegaste, a qué país llegaste, pelotita ponchada.
¿Hacia dónde iremos? ¿Una espina qué hace?
¿Un amor qué hace y para qué? Ahora esas preguntas
ya no tienen sentido. Lo intraducible por dentro hacía bien
lloviendo. Intraducible, el ruido de los generadores eléctricos
no me deja dormir. Luciérnagas en un campo de hormigón
a oscuras. Llamen. Vengan. Ayer apagaron los medidores de luz
para entrar a robar en mi casa. ¿quiénes? Esto no es
un generador de ruido. Aves de la galaxia. ¿Vienen?
Esto no es un generador de energía. Ya no queda un país.
No queda humano. Caído estás, quebrado estás,
sobre un idioma quebrado. Necesito energía para volar,
Contradanza de Ícaro, deshuesadero del pez y alguiera separa
el esqueleto nuestro. Rema el corazón rasgado, ¿quién?
¿por qué? Rema el corazón rasgado. Todo brilla por mi ausencia.
Una pregunta de hielo hace demasiadas cosas.
Flores. Helechos. Árticas palabras explican las perlas
en el jarro sucio. Enciendo el interruptor. No se enciende.
Un piano invisible entre huesos pelados es, posiblemente, mío.
Mi hígado en la taza de cerámica china. Helechos. Flores.
Necesitamos 4000 megavatios para 4000 millones de bombillas.
Humano aquí, país aquí, no queda un río que nos lleve.
Cuenta tus huesos llamándose amarillos en su cajita de carne.
Un país va roto. Huesos. Cerdos que chillan. Rémoras.
Grita tus órganos hacia el país a oscuras. Democracia.
Grita tus noches sobre las falenas. Es probable
que alguien dijera que país hay, que calle hay, que hay manita
de hija sobre cabeza enferma. Democracia. Yo lloraría
explicando estas cosas: es que no queda, es que nadie,
es que ya nadie ya. Y la hija entona la melodía que no entiende
o la entiende sobre una piel que no es suya, tan sonora de una
osamenta mía. Todo es roto en lo roto. Todo es roto en lo bailado.
Todo es vacío en lo fuerte. No hay camino que llueva
sobre la casa que jamás tuvimos. Ríes. No hay caricia del padre
que no nos amó. (Lo que nos amó, no había sido).
Esa es la estrella de la mañana: un cristo perdido, diminuto
entre los girasoles. Un aguijón de avispa en la punta
de una lengua invisible. Así dijiste que sería el poema:
totalmente fuera de órbita. Este universo sin padre:
los ojos de Jesús de Nazareth contra el odio de los locos
ante la quebrada, pie tras pie, sostenido. Prédica, desquicio.
Una palabra donde hueco hace. Invierno donde hueco hace.
Prédica del Monte Carmelo. Un día de sol y maremágnum.
Un cráneo con estrellas por dentro. Incendio mi árbol,
pero nada ocurre y ocurre así, quizás, una llama azul de metileno.
Un sauce como una noche en polvo da mucho a lo que huye.
Animal es vegetal en cuanto maravilla cae bajo las estrellas.
Todo el dolor.
Como decirlo así.
El oído envejece.
Consejo: no escuches la tubería de conceptos
atravesar los rascacielos inundados.
Mejor guarda
un cajón de madera
para esconderte
y gritar
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