UN PEDAZO DE HAMBRE, UN VASO DE AGUA
al tamaño de lo que los brazos
mecen,
a la fiesta
de lo que en las manos cabe,
a la callada esperanza
que es no apretar los labios.
Fiel a un vaso de agua
y al pedazo de hambre
que otro cuerpo nos trae,
fiel sorbo a sorbo, hambre a hambre.
Fiel al pudor de apenas una seña,
apenas el abismo
del otro
cuando el silencio
calla la piel que nos separa.
Fiel al límite de morir hombre,
de haber abrazado el vacío
que ese mismo abrazo llenaba.
(Fuente: Daniel Rafalovich)
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