lunes, 26 de septiembre de 2022

Marge Piercy (Detroit, Michigan, EE.UU., 1936)

 


Fotografía de Katarzyna Widmanska
 My body is not a cage/Mi cuerpo no es una jaula

 
 
 
 
¿DE QUÉ ESTÁN HECHAS LAS CHICAS GRANDES?

La construcción de una mujer:
una mujer no está hecha de carne,
de hueso y nervio,
de vientre, pechos, hígado, codos y dedos de los pies.
Se manufactura como un auto deportivo.
Se remodela, reajusta y rediseña
todas las décadas.

Cecilia en la universidad había sido la seducción misma.
Se retorcía entre las barras como una anguila de seda,
con las caderas y el culo que eran una promesa, y la boca
fruncida con el labial rojo oscuro del deseo.

Nos visitó en el 68 y todavía usaba pollera
ajustada hasta la rodilla y el mismo labial rojo oscuro,
mientras yo bailaba por Manhattan en minifalda
con los labios pálidos como leche de damasco
y el pelo suelto como las crines de una yegua. Oh, queridas,
¿Me creí superior en ese momento,
le pasara lo que le pasara a la pobre Cecilia?
Ella ya estaba fuera de moda, fuera de juego,
descalificada, desdeñada, des-
membrada del club del deseo.

Miren las fotos de las revistas de moda
francesas del siglo XVIII:
el siglo de la última fantasía para damas
forjada en seda y corsés.
El miriñaque les corría la cadera un metro
para cada lado, la cintura apretada,
la panza comprimida por las maderas.
Los pechos con relleno abajo y a los costados
servidos como manzanas en un bol.
El piecito preso en una zapatilla que
jamás fue pensada para caminar.
Y arriba de todo un colosal dolor de cabeza:
el pelo como pieza de museo, ornamentado
a diario con cintas, grutas y floreros,
montañas y fragatas en plena
navegación, globos y lobos, al capricho
de un peluquero desatado.
Los sombreros eran tortas de casamiento rococó
que le hubieran hecho sombra al Strip de Las Vegas.
He aquí a una mujer en forma
con el exoesqueleto torturándole la carne:
una mujer hecha de dolor.

¡Y ahora qué superiores somos! Miren a la mujer
moderna:
delgada como cuchilla de tijera.
Corre todas las mañanas en una cinta,
se mete a gruñir y tironear
en una máquina de pesas y poleas,
con una imagen en mente a la que nunca
se podrá aproximar, un cuerpo de vidrio
rosa que nunca se arruga,
nunca crece, nunca desaparece. Se sienta
a la mesa y cierra los ojos a la comida
con hambre, siempre con hambre:
una mujer hecha de dolor.

Un perro o un gato se acercan,
se huelen el hocico. Se olfatean el culo.
Se gruñen o se lamen. Se enamoran
tan seguido como nosotras,
y con la misma pasión. Pero ellos se enamoran
o se apasionan a pelo,
sin miriñaque ni corpiño con push up
sin extirparse una costilla ni hacerse liposucción.
No es para los perros, ni machos ni hembras,
que los caniches se podan
como macizos topiarios.

Si solamente pudiéramos gustarnos en bruto los unos a los otros.
Si solamente pudiéramos querernos a nosotras mismas
como queremos a un bebé que nos balbucea en los brazos.
Si no nos programaran y nos reprogramaran
para necesitar lo que nos venden.
¿Por qué íbamos a querer vivir en una propaganda?
¿Por qué íbamos a querer flagelarnos las blanduras
hasta hacerlas líneas rectas como un cuadro de Mondrian?
¿Por qué nos íbamos a castigar con el desprecio,
como si tener grande el culo
fuera peor que la codicia o la maldad?

¿Cuándo vamos a dejar las mujeres de estar obligadas
a ver nuestros cuerpos como experimentos de ciencias,
como jardines que hay que desmalezar
como perros que hay que domesticar?
¿Cuándo una mujer va a dejar
de estar hecha de dolor?
 
WHAT ARE BIG GIRLS MADE OF?

The construction of a woman:
a woman is not made of flesh
of bone and sinew
belly and breasts, elbows and liver and toe.
She is manufactured like a sports sedan.
She is retooled, refitted and redesigned
every decade.
Cecile had been seduction itself in college.
She wriggled through bars like a satin eel,
her hips and ass promising, her mouth pursed
in the dark red lipstick of desire.

She visited in '68 still wearing skirts
tight to the knees, dark red lipstick,
while I danced through Manhattan in mini skirt,
lipstick pale as apricot milk,
hair loose as a horse's mane. Oh dear,
I thought in my superiority of the moment,
whatever has happened to poor Cecile?
She was out of fashion, out of the game,
disqualified, disdained, dis-
membered from the club of desire.

Look at pictures in French fashion
magazines of the 18th century:
century of the ultimate lady
fantasy wrought of silk and corseting.
Paniers bring her hips out three feet
each way, while the waist is pinched
and the belly flattened under wood.
The breasts are stuffed up and out
offered like apples in a bowl.
The tiny foot is encased in a slipper
never meant for walking.
On top is a grandiose headache:
hair like a museum piece, daily
ornamented with ribbons, vases,
grottoes, mountains, frigates in full
sail, balloons, baboons, the fancy
of a hairdresser turned loose.
The hats were rococo wedding cakes
that would dim the Las Vegas strip.
Here is a woman forced into shape
rigid exoskeleton torturing flesh:
a woman made of pain.

How superior we are now: see the modern woman
thin as a blade of scissors.
She runs on a treadmill every morning,
fits herself into machines of weights
and pulleys to heave and grunt,
an image in her mind she can never
approximate, a body of rosy
glass that never wrinkles,
never grows, never fades. She
sits at the table closing her eyes to food
hungry, always hungry:
a woman made of pain.

A cat or dog approaches another,
they sniff noses. They sniff asses.
They bristle or lick. They fall
in love as often as we do,
as passionately. But they fall
in love or lust with furry flesh,
not hoop skirts or push up bras
rib removal or liposuction.
It is not for male or female dogs
that poodles are clipped
to topiary hedges.

If only we could like each other raw.
If only we could love ourselves
like healthy babies burbling in our arms.
If only we were not programmed and reprogrammed
to need what is sold us.
Why should we want to live inside ads?
Why should we want to scourge our softness
to straight lines like a Mondrian painting?
Why should we punish each other with scorn
as if to have a large ass
were worse than being greedy or mean?

When will women not be compelled
to view their bodies as science projects,
gardens to be weeded,
dogs to be trained?
When will a woman cease
to be made of pain?



Marge Piercy  
(Detroit, Michigan, EE.UU., 1936)
P
de What Are Big Girls Made of?,  Alfred A. Knopf, 1997/2007
Versión en castellano de Sandra Toro
para leer + en EMMA GUNST

 

 

 

 

(Fuente:  Emma Gunst)

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