UN POEMA DE DESDE LA HIERBA
II
El álamo alamea
el peral y sus hijillas (qué frutillas)
estos arbolitos por su nombre
Sus sombras no es nombre
no me cubren
entonces cogí la manzana
(lloraba y lloraba)
hendí incisiva
incisivos sobre la
fruta la humedad
de la fruta
el rabillo en la tierra
sus semillas en la tierra
y de ella nacieron
hectáreas de colores
(qué colores)
Pensé en la tilde de álamo
y luego pensé que álamo puede venir de alma
o al menos
se asemejan
Que por allí vienen los petirrojos
tan ninfos y orgullosos
que se comen las bayas que planté
y me dejan sola
sin hijillos
Entonces mi nombre se agranda
me cubre como sombra
como un campo de secano
como el sol
en el secano
Es mi vientre esta llanura
y digo
¿de qué manera decirte?
Ya en la urbe
me animo
me agito
nerviosa
y te observo
La cascada del grifo me convierte
en lo que soy
pues ¿quién soy?
Creí que bajo la luz mis árboles crecerían
que bajo la luz crecerían alto
que bajo la luz más fulgurosa se elevarían
pero
qué va
no crecen
yacen calcinados
sin pliegues
ni bifurcaciones secretas
Entonces mi corazón triste
tigre abuelo que palpa las alas de los buitres
y a la palabra de antaño
se pregunta
Dafne Benjumea
Desde la hierba
Ril editores
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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