lunes, 19 de septiembre de 2022

Víctor Hugo Díaz (Chile, 1965)

 


Lo único terrible sucede a plena luz
... a ojos de todos
 

LOS ALLEGADOS 

 

 
Tú eres culpable del contagio
Deja que muera tranquila la víctima
cojo del pecho, cuando la ex prótesis
descansa en las vitrinas de la multitud
a pesar de las advertencias
 
El día cae encima cuando se piensa rápido
como las estaciones sin saber de dónde vino
sin moverse, dónde la viste
 
dentro del infectado nada se mueve.
 
¿Conoces el olor de una huelga de hambre;
golpes de martillo dos pisos más arriba
o el latir de un corazón apoyado en la mesa
hacen vibrar el único recipiente con líquido
 
Vejez y juventud se clasifican por olor
no por frescura. Se reconoce en las náuseas:
abuela torturada saliendo del baño
olor que deja el cáncer o la electricidad
entre las piernas
 
Los síntomas dejaron marcas
en el barro afuera del edificio en construcción
Huellas de neumáticos que se entrecruzan
borrándose unas a otras
dando cuenta de lo que fue el trabajo
y un día de ganancias
 
Sólo recibe llamadas y espera la sentencia
Guarda fotos de perros, no de hombres ni lugares
Llena la garganta de palpitaciones
casi invisibles como el rastro
que dejan los pájaros en su paso por el aire
sin humedad, frutos secos, piel que cubre los nudillos
a la velocidad del sudor cayendo por la frente
durante el miedo
 
Sí, tú eres el culpable del contagio
Ave de caza esquizo que propaga la enfermedad
Víctima y verdugo que abrió la puerta a los roedores
permitiendo que se reproduzcan
El que mató a su familia
la abandonó en el desierto de la pobreza
 
un mensaje cifrado en goteras de tormenta
lágrimas irregulares y tartamudas.
Reparte los naipes
Tecnología de baja obsesión
Coronas o plantas de invernadero
que evitan marchitarse bebiendo por la herida
envidiando longevidad a las flores de plástico
 
Sólo recibe llamadas o se gasta las monedas
igual no hay nadie; amor anal, labios heridos
de fábrica o las suelas gastadas
de una canción antigua italiana
al otro lado de la pista de baile.
 
La bolsa de basura les habla.
Ella les cuenta su historia por el tajo
donde los jirones de papel
agitan sus lenguas al viento
 
Un paso sigue al otro
brota el pasto champas de pendejos
verdes entre las grietas
 
Sólo querían inaugurar su nueva casa.
 
 
 
(Fuente: Marcelo Sepúlveda Ríos)

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