EL ALMA
El alma no transmigra: no existe.
El arte que practicas de visitarme a veces
en horas y situaciones inusitadas
y conversar conmigo
no es producto de almas en trance o viaje.
Pero yo voy contigo a cuestas
como si llevara un bebé ingrávido,
un leve acontecimiento del viento
entre las manos.
Y voy perorando ciego ante los reflejos del mundo,
solo para vos.
Y los gestos de tu entusiasmo por mí,
ese demorarse tuyo en mí,
no puedo menos que celebrarlos
con cierto escepticismo.
No sabemos, ni vos ni yo,
a qué obedecen tus apariciones,
o qué orden celeste o religioso o de células
tan ignotas como imposibles de determinar
ritman tu presencia a cualquier hora.
No me hables de almas, aunque no me hablas de ellas,
no me hables.
Conversemos, es todo, conversemos
con regularidad, en horas intempestivas,
de cualquier otra cosa,
cuando la experiencia dicta que no estás,
y te llevo conmigo
como si te estuviera abrigando o
quién sabe
convirtiéndote en alma mía,
de mí mismo,
enfundado en un largo gabán
para que no tengas frío.
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En "El alma y otros lugares", Ed. En Danza, 2012
(Fuente: Daniel Rafalovich)
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