Mi madre nació
el 24 de febrero de 1948.
Me queda
su recuerdo
y una bicicleta, como yo, del 84.
Vivimos
del 84 al 2002.
Vivimos.
Mi madre murió
el 28 de diciembre del 2002.
Cuatro años antes
me había regalado el peso
de la bicicleta al pedalear.
Sus fierros son lo último palpable que une al mundo con mi madre.
Una cadena seca que gira sobre el eje del tiempo
y que, como el tiempo,
siempre vuelve.
En 2005,
un clio negro como coche fúnebre
me chocó en la esquina de Burgos y Mazza.
Los hierros del cuadro tienen una S por el choque.
Hasta ese plural es nuestro.
Cada mañana,
saco la bicicleta al patio y la ato
contra el pilar
para que no caiga la bici,
para que no caiga la casa.
Miro sus ruedas en llanta
y creo que mi vida son sus ruedas.
No importa lo que haga,
siempre se desinflan.
No importa cómo estén
siempre logran avanzar.
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