Entrar al doméstico caos del pasado
Siempre se revuelve la basura
con la asquerosa convicción
de entrar al doméstico caos del pasado.
Agachado, la ciega mano ignora allí por
dónde empezar a buscar.
Las superficies reposan en un accidental
encuentro.
Cosas humilladas por el uso común:
la yerba salpicando las cáscaras de huevo,
la lata que se asoma torturada en aceite,
el bollo de papel humedecido
entre formas viscosas y cenizas,
los bucles muertos de una naranja ausente
y el asomo aplastado
de un envase de plástico.
Todo resumido
a la materia desahuciada en una bolsa, en
esa aniquilación promiscua de la vida.
Ahí donde a mis propios restos
no logro ya reconocerlos,
con la mano que insiste
en negarse a exhumar
esa insignificante parte
que ahora ya tarde reclamo,
maloliente, sumergida, imprecisa.
(Fuente: El Poeta Ocasional)
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