domingo, 20 de febrero de 2022

Héctor Giuliano (Piamonte, Italia, 1947)

 

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La rosalita
y el Meridiano 70
se objetan y paralizan.
Ella endulza el aire pobre,
a cuatro mil metros,
donde las cumbres montañosas
se disputan
sus hieráticas fugas de la tierra
y pretenden rebelarse contra el fatal tironeo;
tiene
flores arracimadas y perennes
para delicia y faro
del arriero y arañas saltonas,
un manotón perfumado y amigable
que dibuja
un escondrijo para encender el fuego
y moderar el apunamiento;
llaman ojos con sus siete matices
rojos y aledaños,
brotan caprichosas
en los vastos roqueríos,
usurpan de audaces y confianzudas
algún retazo solar
para soltar sus crías
y perpetuar el asidero;
pueden recelarse latentes
por décadas y germinar bajo la nieve,
pero con ciertas condiciones
un tanto inexplicables.
Durante ese tiempo,
desde luego
que no lo es,
la rosalita
se queda chatita y aburrida
casi en seca,
como si nada hubiera ocurrido.
Y en las magníficas noches
cordilleranas
arriba o abajo,
qué más da,
las estrellas inalterables
llueven su misericordia,
entre ruinas y escombros,
pudorosas, a vergüencita entradora,
son parte íntima de su tallo
finito pero vigoroso,
y entonces, casi en secreto,
suspicaces y pícaros,
los racimos
viran al púrpura
como un alazán pintado
a calibre y ocasión.
 
 
 

- Inédito-
De "Pinocchio mendicante"

 

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