COMO ECHO DE MENOS EL PARAÍSO
RESURRECCIÓN DEL AMANECER
El alba
en su combate cuerpo a cuerpo
por fin ha derrotado a la noche
contemplemos su risa luminosa
detrás de las montañas
su grito es la presencia pura.
Con mi vista
de la raíz a la cima
recorro el Cerro Bravo milenario
ahora debo huir
una fiera herida
me acosa, me embiste
y no me mata.
Por mis ojos transita entonces
la estampida del color.
BALANCE DE LO QUE QUEDA
Soy el guardabosques del mundo
su vigía
y cada día en mis conteos matutinos
mientras contemplo la devastación
y lo que queda del paisaje
me asaltan
las mismas preguntas
¿Por qué cada vez menos árboles?
¿Por qué cada día me faltan más pájaros?
EL EXILIO Y LA DERROTA
Contemplo desde mi ventana
el cielo desteñido de esta mañana
y sé que este país
sólo tiene dos estaciones conocidas
la estación del espanto
la estación del olvido.
Salgo a la calle
los vendedores de periódicos
pregonan la guerra en las esquinas
y es el miedo que de nuevo nos embiste
y es la impotencia de nuevo regresando
con las palabras
que desde ayer
nos habituamos a repetir:
desalojo-desplazado-sangre derramada-lista de
los desaparecidos.
Yo miro a esos hombres
que en las iglesias de mi país
se santiguan con las balas
y escucho el ruido
del alto cilindraje
en la huida después del crimen
y pienso- si las predicciones del zodiaco
vaticinaran hoy
el tiempo del abrazo
entre los hombres
y es siempre la incertidumbre
y de nuevo su sentencia:
que en estas épocas sombrías
si se sabe que se tienen
contados hasta los días que nos restan.
Ahora los noticieros anuncian
que son cuatro las estaciones del año
la de los aterrados
encerrados
desterrados y enterrados
ahora lo sé
la estación final y nuestro último respiro
tendrá menor horror
que estos días
AL POETA DE LAS ESCALAS
a Carlos Ossa, el Poeta de las escalinatas
Nombrar entonces el alborozo del mundo
con la alegría innombrable
con la que tu perro
lame tu cara
y te demuestra afecto.
Algo parecido
al instante de la demencia
del colibrí de mi lengua
empegotándose al néctar
de tu pezón.
Nombrada sea la rosa
la que no tiene dueño
y sólo es la rosa de los vientos
y sea también nombrada
la penumbra de los bares
su licor triste
y el hombre que en silencio
emborracha sus preguntas
con un bandoneón melancólico de fondo
léase Caló-Pugliese-Fresedo-Baffa.
Sea aquí nombrado con su peso exacto
ese hábito común de un hombre
el coraje con que muestra
la deshilachada bandera de su esperanza
mientras recuerda, como transeúnte de este
tiempo incierto
que es el olvido
ese batallar diario con la memoria.
Nombrado el miedo
como se nombra el escalofrío del poeta
ante la página en blanco
y los restos del naufragio de su insomnio
que arroja hasta sus ojos
untados de tinta y mucha sangre
descifrar el santo y seña
que desde la tira del tiempo
viene tallando un hombre
sobre la piedra no nombrada del alfabeto.
Aquel que desde sus enigmas sigue preguntándose
desde la alta terraza de la noche
por una señal, un signo, una antigua caligrafía
que dé cuenta de la saga de los antiguos
guerreros de donde viene
de su pobre linaje hecho de agua y arena
del frenesí de sus obsesiones.
Nombrar la sabia virtud de su paciencia
mientras contempla el paso
de la caravana de sus días.
Nombrado a esta altura el poeta
el único que no levanta falsos testimonios de sus visiones
pájaro cantor de la creación
pincelada de la luz y de la sombra.
Nombrar si se acepta o no
el eco de su grito y su lamento
el ritual de su legado
para el invisible a quien le escribe.
Nombrad entonces al poeta
antes de que se extinga su progenie.
Ese ser alado
que va compartiendo
siempre en su peregrinaje
lo plural de sus afectos
lo singular de su dolor.
PESADO EQUIPAJE
a Juan Manuel Roca, quien con su
poesía me ayuda a equilibrar el peso.
Contemplando desde las ventanilla del bus
a esos hombres que tienen
un trapo rojo en su hombro
a manera de sudario
ordenar los sacos en las estivas de la bodega
alguien me preguntó
desde mi adentro
¿y quién le ayuda al poeta
con su insostenible saco
de asombros y desventuras?
¿Quién auxilia a ese ser que sólo con palabras
deja en el papel el testimonio
de la pesada carga
de los sentimientos humanos?
¿Quién le escribe al poeta?
¿Quién deposita una esquela de esperanza
bajo su puerta?
Y pueda tomar un respiro
y seguir equilibrando el peso de su desvarío
el andamio de su piel y sus huesos
el bulto de su sombra.
¿Dime quién le presta un hombro al poeta
para que pueda este soportar
de todas las cosas el peso?
El de la realidad por ejemplo
(de las muertes cotidianas de los diarios)
el peso, del oxidado paisaje
el del viejo rencor que se calla
el de la antigua cicatriz que le dejara el desamor
y oculta bajo su franela
el de la música que pesa tanto en los sentidos
el de los recuerdos- que es como decir-
el de algunos rostros queridos
que nos pesan y nos pasan con el tiempo
el peso del desencanto
por la puesta del sol
el peso de algodón de la piel de nuestra amada
el de la lluvia- el de un bolero-
de la vejez… la presencia de su paso
y su peso.
Hasta que llega un día
en que sintiéndose sumamente agotado
el poeta descarga su pesado saco
de nervios e impaciencia
sobre una tumba humilde
que será la bodega eterna
de su tránsito y paso por la tierra.
CARTA DE AMOR A OLGA OROZCO
a Gustavo Arcila Q.
Tal vez entré al mundo
el día en que
todos los amantes
se había suicidado.
Para que no vengas ahora a preguntarme
el porqué de esta melancolía indescifrable
que llevo a cuestas
como la marca de mi nombre.
Tal vez –de ahí-
proviene esta tristeza agazapada
que traigo hace siglos
ensartada en el mirar
-de ahí- te digo
ojos vidriosos del extravío
voz ronca de la desesperanza.
Sólo cuando el cuervo del abatimiento
estrelló su pico
contra el ventanal de mi risa
supe del legado
que cual dictadura implacable
hizo de mí –la poesía-
cada del frío
donde guarecer
la pena que por siempre me acompaña
huella indeleble
que como un signo antiguo
en mi piel fue tatuada.
El del viejo oficio
del escriba obseso
cantando a voz sin eco
la balada de los corazones rotos
dándole voz y coro
desde mi biblioteca
a una colección de libros ya leídos
entre el tumulto y el aullido
de voces alineadas en estanterías
más gastadas que sus páginas.
Sobre esta mesa
sostengo en mi mano
el lanzallamas de la furia
una pluma –una hoja en blanco-
y sólo busco
declararte la guerra
a esta vocación impuesta
para mi bien o mi desdicha
si acaso fuera mi fortuna
es y será mi ruina.
-Olga- hoy que me dictaste estas palabras
En esta plomiza tarde
Dime –ahora-
dónde lanzar
los restos de la baraja
y perder el juego
en este baile de máscaras.
HETAIRA MÍA
La liturgia
al entrar en tu cuerpo
es la única religión que profeso.
La fiera hambrienta de tu deseo
me saborea y engulle.
Esa otra flor carnívora
de tu jugosa rosa hendida
me devora y no se sacia.
Entonces para vencerte
me someto al dominio y demonio
de tu sexo
cuando aún agitada
me respiras en el cuello
comprendo jubiloso
que este morir no es la muerte
entretanto
la bestia herida de la lujuria
recomienza en la madrugada
a mendigar otra caricia.
Me desentiendo entonces del mundo
con un jadeo
en lenguaje cifrado
susurra a mis sentidos
que me ama
esa palabra entonces
es la mejor música
para comenzar a escalar el día.
En la mañana
de otra guerra con su cuerpo
vuelvo a salir ileso (con quemaduras)
de otro combate
cuerpo a cuerpo
ninguno vencedor
ninguno derrotado.
CREACIÓN INCOCLUSA
Una noche en calma
son las pupilas de dios
que leyendo algún poeta
descansa recostado en el desván
de alguna nube.
Luego oye la radio
enciende la tv
y presencia el paso
por la tierra
de esa bestia altanera
llamado hombre.
Entonces se enfurece
y con rayos y centellas
sin hacerse carne y huesos
sólo sombras parpadeantes y relámpagos
se presenta.
Son los espantos
de un dios con rabia
que nostálgico piensa
¿qué falto en su creación?
Y llora sobre una obra levantada a medias-
Inconclusa- y mal hecha.
***
(Fuente: Mecánica Celeste)
No hay comentarios:
Publicar un comentario