PALABRAS
Es obvio que la realidad nace de las palabras.
Fue decir Hamlet que algo olía a podrido
en el reino de Dinamarca y enseguida los daneses
se dieron cuenta de que su salvación estaba
en los quesos fermentados.
Fue decir César: Alea jacta est!,
y empezar por doquier a abrir los casinos.
Dicen que hasta existe un campeón de locución,
no una mujer, claro, eso cosa de hombres,
que cotorreó sin parar durante cinco días y dieciocho horas;
no sabemos si por teléfono, con alguien o para
el cuello de su camisa.
Los hilos de las palabras
dividen el paisaje, acuarela fallida.
Nos encontramos en el tercer milenio,
el milenio sin hilos; corren bajo tierra,
y la tierra se estremece con el seísmo
de los ritmos enterrados.
Pero conseguiremos salvar algunas, por los pelos,
con las piernas meciéndose sobre el puente.
LA ALFOMBRA VOLADORA
En verano, a la orilla del lago
rodeado por edificios azules y blancos
hay quien sale a tomar el sol
y quien a lavar las alfombras.
Me acuerdo de la niña
que saltó por la ventana
con una alfombra al hombro,
creyendo que era voladora.
Y debía de serlo,
porque la atraparon a tiempo
entre los brazos.
Y tú te aferras con obstinación
a la hierba quemada,
y ves a través de los párpados cerrados
una pelota roja
que rebota contra la pared.
Y por si fuera poco
en la feria compraste un reloj
que consigue detener el tiempo.
Fuente: Yo, etc
Traducción: Martín López-Vega
Enlace: Modern poetry in translation
(Fuente: El poeta ocasional)
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