La necesidad de abrazar. De apretar. Practico con mis gatos lo
que no hice con mis hijos. Si acuno es demasiado. Si beso, se
fastidian. La opulencia de sus pelajes interfiere entre mi intención
y mi boca. A veces me reinventan con su mirada. La perplejidad en
sus ojos talla y festeja la ovación del aire, lo fantasmal del tiempo
alrededor de los cuerpos. Los gatos no están hechos
para ser hijos. Los gatos están hechos para escapar.
***
La idea de maternidad es inseparable de la infancia. El momento
de la necesidad, de la dependencia, del escozor. La infancia es un
intervalo del infierno.
La enfermedad es la infancia, augura Kertész.
Apenas nacemos, comienza el abandono. Del sentido.
***
Mi madre tiene setenta y ocho años. Le hago preguntas sobre
su maternidad. Sobre su ser hija, sobre su madre y su ser abuela.
La vida es una sucesión de madres subvencionando mi escritura.
***
A fin de cuentas, la maternidad no se ejerce sino con indecencia.
Lo dice Marguerite Duras. A propósito de su propia madre. Y
de su propia maternidad. "Se vive en plena indecencia". La
maternidad. Un estado de plenitud en la zona de lo erróneo y
lo salvaje. De lo que se deduce. Fracaso a priori, dolor e indolencia.
Una tensión de opuestos y de equívocos. La indecencia se acuna en lo ilícito.
Lo que no se debe se hace igual. Lo que no se quiere se hace igual.
Es el vínculo más denunciante, feroz, creativo, perverso. A veces puede ser bello.
Leo para agazaparme en el lenguaje, que es la madre sustituta.
O la lengua, la madre de todas las madres.
Mi maternidad se ha constituido una espina que el cuerpo
preserva (que cubre, protege, con capas de células muertas
que ya no sienten pero amparan la zona). Y que el alma acepta
con rezongo.
Mientras atravieso los humedales secantes del climaterio, escribo
sobre lo que no tiene retorno. Y leo el dolor de otras personas,
sin esquivar mi dolor. Nada se opone a la noche de Delphine de Vigan.
Talla cuerpos muertos sobre mi cuerpo descalzo. Maternidades varias:
madres de madres, hijas de hijas. Locura muerte maternidad.
Una tríada férrea e insobornable.
Mi madre, mis dos abuelas y yo. En mí se corta. Siento cierta
responsabilidad "quizá positiva" de aniquilar el mandato. Soy
la que mejor fracasa.
las mujeres de mi familia nos parecemos
dos abuelas mi madre y yo
somos una de ojos mezclados
en mí derivamos
cada vez que alguna muere me ensancho
soy
la tumba de todas
(Fuente: Emma Gunst)
No hay comentarios:
Publicar un comentario