la muerte es un hecho diario
no hay manera
mi caldera está llena de óxido vacío
nervio-hueco
no hay manera sin espada ni metales
solo ovejas esquiladas
solo sangre en vena
solo sangre envenenada que elogia al hueso
y lo oxigena
solo la sangre en vez de nada
y el hambre y los ciegos y los niños sin maneras
curioseé desabrigada y quemé la herida
no hay manera sin el óxido
intenté congeniar con mi carne abierta
adaptarme al oxidado músculo
alternar ligamento al arte
esquilar el amianto de mi fracturado cuerpo
de mi escombro
pero no hay manera
porque no hay maneras sin arterias
las arterias que oxigenan
—esas locas de la casa
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los estribos de la tierra
son aquellos oxidados huesos que en la vida nos dimos
nuestros dedos
caballos estériles de cinco patas
que plantamos yermos en esta porción de piedra
—relinchar equino por regiones
anatómicas—
hipocrático animal que juraste en tu cruz más alta
la ética de nuestro propio vacío
anatomía del agarre
que con esa misma gravedad nos grava
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el glaucoma orbita mi ojo
mientras la brújula de mi nuca decelera su curso
lloro metal argénteo para cicatrizar mi herida
y no perder el progreso de mi cornea
—bonanza de la fibra más nerviosa—
pero mi gato aminora el mercurio de su pulso
y mi mermada órbita mi retina
y su ángulo
degradan el iris en la hendidura de mi surco
no advirtiendo en la ecografía
el tiempo que tenaz se acerca al delirio
En Órbita cementerio
Luces de Gálibo
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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