lunes, 26 de octubre de 2020

Ingeborg Bachmann (Austria, 1926 - Italia, 1973)

 

 

SE ACABÓ EL JUEGO

 

 

 

Mi querido hermano, ¿cuándo construimos una balsa

y vamos cielo abajo?

Mi querido hermano, pronto la pesada carga

hará que nos hundamos.

 

Mi querido hermano, trazamos sobre el papel

países y vías de trenes.

Ten cuidado, aquí, junto a las líneas negras

volarás por los aires con las minas.

 

Querido hermano, entonces quiero estar atada

al mástil y gritar en voz alta.

Pero tú saldrás a caballo del valle de la muerte

y los dos huiremos juntos.

 

Despiertos entre gitanos y en desierto,

la arena nos cae de los cabellos,

tu edad, mi edad y la edad del mundo

no pueden medirse con los años.

 

Que ni los cuervos astutos, ni los pies de las arañas

te engañen, ni la pluma en el seto,

tampoco bebas ni comas en el país de Jauja,

es pura apariencia la espuma en los jarros.

 

Sólo gana quien en el puente de oro aún sabe

la palabra para el hada rutilante.

Debo decirte que se deshizo al derretirse

en el jardín la última nieve.

 

De muchas, muchas piedras están nuestros pies lastimados.

Se cura uno. Con él saltaremos

hasta que el rey niño, con la llave de su reino en la boca,

nos venga a buscar y cantaremos:

 

¡Es una época feliz cuando brota el hueso del dátil!

Todo el que cae tiene alas.

La dedalera roja borda la mortaja de los pobres

y tu carta de corazones se hunde en mi sello.

 

Hay que ir a dormir, mi amor, se acabó el juego.

De puntillas. Los camisones blancos se hinchan.

Padre y madre dirán que hay fantasmas en la casa,

cuando intercambiemos nuestros alientos.

 

 

 


Poesía completa

 

Traducción de Cecilia Dreymüller

 

Editorial Tresmolins

 

 

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario