SE ACABÓ EL JUEGO
Mi querido hermano, ¿cuándo construimos una balsa
y vamos cielo abajo?
Mi querido hermano, pronto la pesada carga
hará que nos hundamos.
Mi querido hermano, trazamos sobre el papel
países y vías de trenes.
Ten cuidado, aquí, junto a las líneas negras
volarás por los aires con las minas.
Querido hermano, entonces quiero estar atada
al mástil y gritar en voz alta.
Pero tú saldrás a caballo del valle de la muerte
y los dos huiremos juntos.
Despiertos entre gitanos y en desierto,
la arena nos cae de los cabellos,
tu edad, mi edad y la edad del mundo
no pueden medirse con los años.
Que ni los cuervos astutos, ni los pies de las arañas
te engañen, ni la pluma en el seto,
tampoco bebas ni comas en el país de Jauja,
es pura apariencia la espuma en los jarros.
Sólo gana quien en el puente de oro aún sabe
la palabra para el hada rutilante.
Debo decirte que se deshizo al derretirse
en el jardín la última nieve.
De muchas, muchas piedras están nuestros pies lastimados.
Se cura uno. Con él saltaremos
hasta que el rey niño, con la llave de su reino en la boca,
nos venga a buscar y cantaremos:
¡Es una época feliz cuando brota el hueso del dátil!
Todo el que cae tiene alas.
La dedalera roja borda la mortaja de los pobres
y tu carta de corazones se hunde en mi sello.
Hay que ir a dormir, mi amor, se acabó el juego.
De puntillas. Los camisones blancos se hinchan.
Padre y madre dirán que hay fantasmas en la casa,
cuando intercambiemos nuestros alientos.
Poesía completa
Traducción de Cecilia Dreymüller
Editorial Tresmolins
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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