Canto
Yo lo digo, yo el señor Xicohténcatl:
¡que no vayan en vano!,
¡toma tu escudo: cántaro de agua florida!
Tu ollita de asa,
ya está en pie tu precioso cántaro color de obsidiana,
con ellos a cuestas llevaremos el agua,
vamos a acarrearla allá a México,
desde Chapolco, en la orilla del lago.
No vayáis en vano,
¡mi sobrino, mis hijos pequeños, sobrinos míos,
vosotros, hijos del agua!
Hago correr el agua,
señor Cuauhtencoztli,
¡vayamos todos!,
¡a cuestas llevaremos el agua,
vamos a acarrearla en verdad!
Quiere pregonarlo el capitán Motelchiuhtzin,
¡amigos nuestros!,
dizque todavía no amanece.
Tomamos nuestra carga de agua:
cristalina, color turquesa, preciosa,
que se mueve ondulante.
Te acercarás así allá, al lugar de los cántaros,
¡no vayas en vano!
Allá tal vez estará rumoreando Nanáhuatl.
¡Mi hijo pequeño!
Tú, comandante de hombres, tú, hechura preciosa,
pintura a la manera tolteca, con oro y plata,
pinta el cántaro precioso, señor Axayácatl.
Nosotros juntos vamos a tomar,
nos acercamos a las aguas preciosas.
Van cayendo, llueven gotas,
allá junto a los pequeños canales.
El que acarrea mi agua florida, Huanitzin,
ya viene a dármela,
¡oh mis tíos, tlaxcaltecas, chichimecas!
¡No vayáis en vano!
La guerra florida, la flor del escudo,
han abierto su corola.
Están haciendo estrépito
llueven las flores bien olientes,
así tal vez él,
por esto vino a esconder el oro y la plata,
por esto toma los libros de pinturas del año.
¡Mi pequeño canal, con mi cántaro va el agua!
Incluido en Trece poetas del mundo azteca (Fundación Editorial El perro y la rana, Caracas, 2006, selec. de Miguel León-Portilla).
(Fuente: Asamblea de palabras)
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