sábado, 24 de octubre de 2020

Joaquín Campos (Málaga, España, 1974)

 

 

Se cae el cielo

 

Como si de una muerte lenta se tratara

el cielo se cae sobre nuestras cabezas

en forma de nubes blancas

en medio de un paraíso por descubrir,

en medio de la plaza del ayuntamiento

de Nova Sintra:

una ciudad como un sueño.

 

Que coincida la invasión celestial

con la desaparición del sol

ayudará a que la claustrofobia

no sea la que maneje mis remos.

 

Nova Sintra como una Suiza sin continente:

ni nazis, ni muertos en sus jardines,

ni relojeros precisos que antes lo fueron disparando;

ni chocolateros cuando en Suiza lo único negro,

a lo largo de su historia,

han sido sus bancos, banqueros, cantones y falta de poetas.

¿O es que la poesía huele a vaca lechera, nazi

renacionalizado

o a cocina francesa desmejorada?

 

Nova Sintra siquiera huele a fado.

Portugueses que emigraron a los Estados Unidos

venían ayer en mi barco falando inglés.

Porque el ridículo nunca ha entendido de carteras,

gentilicios, posaderas, contactos.

 

Nova Sintra apesta a flores.

A viento y ramas haciendo música.

A peatones dispersos.

A edificios rimbombantes.

A orden y concierto

en un país muy venido a menos.

 

Oscurece en Nova Sintra.

Cuando la luna y lo negro que la rodea

nos salva del cielo que casi se toca,

que huele a nube de hielo,

a huerto recién ahogado,

a océano elevado.

A todo aquello que sólo se respira

en una ciudad sin semáforos

ni miedos a quedar sepultados

entre nubes.

 

Ya casi no se ve a la estatua

de Eugenio Tavares.

Su museo está cerrado:

es sábado.

Los cielos que sepultan

nunca se toman un día de descanso.

 


 

En Demasiado humano. Sr. Scott. 2020

 

(Fuente: Voces del extremo)

 

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